¿Y si Cristina fuera más un peso que un alivio?

Hace pocos días, . La semana pasada, la conducción económica decidió una reestructuración acotada de la deuda pública porque estima que los dólares podrían escasear aún más en el próximo año. La convergencia de la crisis económica y de los escándalos de corrupción espoleó a varios encuestadores a revisar sus previsiones. ¿Y si el actual triunfalismo de la Presidenta y sus seguidores fuera demasiado optimista? ¿Y si las benévolas encuestas de ahora fueran muy pasajeras? ¿Y si el nombre de fuera dentro de un año más un peso que un alivio? Un Gobierno que ha convertido el capricho en política es siempre vulnerable. Tiene, además, sobrevaluada la autoestima: está predispuesto a hacer una bella película de la fotografía de un instante feliz.

El candidato oficialista que sobresale es, sin dudas, Daniel Scioli. Se destaca, más que nada, porque es el único entre los precandidatos del cristinismo que podría recibir la transferencia total de votos de parte de la Presidenta. Ella tendrá siempre el control de entre el 20 y el 25 de los votos nacionales, según la certeza de muchos encuestadores. Ningún presidente que ejerció el poder durante un largo tiempo y que hizo reformas, buenas o malas, se va dejando sólo la nada. Sucedió con el radicalismo de Raúl Alfonsín, aun después de la hiperinflación, y con Carlos Menem, luego de la crisis del endeudamiento nacional y de los muchos casos de corrupción que aún lo tienen de visitante asiduo en los tribunales. Tanto Alfonsín como Menem conservaron alrededor del 25 por ciento de los votos nacionales en la primera elección luego de que se fueron. Ninguno de los dos, es cierto, pudo atraer más votos que ese núcleo duro, aunque significativo, de adhesiones.

El primer problema que tiene Scioli es demostrar que su propuesta de continuidad con cambio no será sólo la continuidad a secas. El gobernador viró en las últimas semanas de un cristinismo light hacia un cristinismo puro y duro. Scioli suele decir que él necesita la candidatura presidencial y que eso sólo se lo puede dar Cristina Kirchner, porque tiene el liderazgo del Frente para la Victoria. Scioli confía en que la sociedad sabrá discernir las diferencias de estilo, e incluso de ideas, que hay entre él y el kirchnerismo. Es decir, cree en la posibilidad cierta de un matrimonio por conveniencia y no por cariño. Ni él se identifica con el cristinismo más cerril ni Cristina lo elegiría a él por convicción.

El problema de Scioli es que siempre es poco lo que él...

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