Cristina avanza y no se frena

Carlos Melconian, el único economista que es un amigo histórico de Mauricio Macri y de Alberto Fernández, dijo ayer que la decisión de la empresa Falabella de irse del país que debería llevar a la dirigencia política a repensar el país. "No hay inversión ni para lo que se deprecia. Es la prueba de la destrucción sistemática del capital y el trabajo", argumentóen el que no hay certezas económicas ni seguridad jurídica (y cuando importantes empresas extranjeras se van del país), la Corte Suprema de Justicia debió aclarar, con un estilo más elíptico que claro, lo que es obvio: como máximo tribunal del país, se abocará a establecer si es constitucional o no la remoción de jueces que juzgaron a la actual vicepresidenta. Dicho de otro modo, reivindicó su papel de intérprete final de la constitucionalidad de los actos de los otros poderes del Estado.Seguramente la redacción implícita y sucinta (y también oscura) del documento de la Corte se deba más que nada a la necesidad del consenso interno dentro del tribunal. La Corte espera ahora que se pronuncie la instancia inmediatamente inferior, la Cámara en lo Contencioso Administrativo (de la que se espera una posición cercana al Gobierno), para tomar el asunto y proteger o desproteger a los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que juzgaron y procesaron a Cristina Kirchner.Aunque para la Corte ningún acto de gravedad institucional es irreparable, porque debe pasar antes por la aprobación o la desaprobación de ese tribunal, lo cierto es que existe el precedente del exprocurador de Santa Cruz Eduardo Sosa. Sosa fue despedido de su cargo por los Kirchner y la Corte Suprema insistió varias veces en que debían reponerlo en el cargo. Desobedecieron siempre a la más alta instancia judicial del país y Sosa terminó jubilándose sin haber vuelto a su cargo. Los protagonistas de aquel atropello institucional son lo mismo de ahora: los Kirchner y Carlos Zannini, entonces presidente de la Corte de Santa Cruz y ahora procurador del Tesoro (jefe de los abogados del Gobierno).Mientras la Corte Suprema va por un camino judicial extrañamente sereno, exageradamente respetuoso de las instancias inferiores, Cristina Kirchner no espera ni frena. Avanza. La reunión del Senado convocada para hoy es una reliquia de la arbitrariedad. El primer punto del orden del día lo dice todo: aprobar la continuidad de las sesiones virtuales, a distancia, por otros 30 días. Nadie habló nunca con la oposición. Ni ella, como presidenta...

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