La crisis de Ucrania

La rápida invasión militar rusa de la península de Crimea, cuyo territorio hoy Rusia controla, incluyendo su espacio aéreo y marítimo, tiene un final aún incierto. De todos modos, hay señales concretas que muestran que Rusia apunta a que Crimea se declare independiente de Ucrania mediante un referendo irregularmente convocado que se desarrollará el domingo próximo, y pase luego, ya como nación independiente, a formar parte de la Federación Rusa.

De esa manera, el modelo utilizado con éxito por Rusia en su invasión de los enclaves de población rusa emplazados en Georgia, que supone el uso unilateral de la fuerza, con sus necesarias adaptaciones a la realidad de Crimea, volvería a ser utilizado, generando entonces un nuevo y peligroso hecho consumado por fuera del sistema de seguridad colectiva de la comunidad internacional.

Si bien las vías de diálogo no se han cerrado, particularmente la abierta por Alemania, las señales sugieren que, mientras las conversaciones no generan resultados positivos, los hechos en el terreno indican que Rusia se quedará con el territorio que alguna vez fue suyo antes de cederlo a Ucrania. Allí amarra su flota del Mar Negro. Ese final supondría, naturalmente, un nuevo fracaso para la comunidad internacional.

Si eso sucediera, Rusia probablemente sería aislada, una vez más, de la comunidad internacional y se perjudicaría su intención de recuperar el estatus que en su momento tuvo la Unión Soviética, con el que parece soñar el aparentemente nostálgico presidente Vladimir Putin.

Sus vínculos con la OTAN, cabe apuntar, ya han sido interrumpidos. También las reuniones del llamado G-8. Algunos países, como Canadá y los Estados Unidos, ya han comenzado a imponer sanciones económicas y de viajes a rusos y a sus compañeros de ruta ucranianos, y no sería extraño que la Unión Europea haga lo mismo, tensando aún más la situación en Ucrania.

Un embargo comercial y sanciones financieras podrían, de...