Crisis y reforma en el sistema de salud: ¿Se está generando una tormenta perfecta?

Los residentes porteños llevan adelante medidas de fuerza

La salud pública, aunque no lo parezca, está en todas partes. La mayoría de nosotros damos por sentada la limpieza de nuestro aire y del agua hasta que nos informamos que pueden estar contaminados y, hasta hace poco, nos subíamos a un colectivo sin pensar en los virus que se transmiten habitualmente de persona a persona. En otras palabras, el impacto de la salud pública en nuestra vida es, en gran parte, invisible hasta que hay una crisis. Como señaló el politólogo norteamericano John Kingdon, una "condición" se convierte en un "problema" cuando es necesario actuar. La pandemia del COVID-19, por ejemplo, hizo que la protección de la salud pública escalara en la agenda gubernamental y social como nunca antes, y que comenzara a debatirse públicamente la necesidad de una reforma sanitaria.

Que el sistema de salud está en crisis no es nada nuevo, pero que aparezca diariamente en la tapa de los diarios no deja de llamar la atención . Releyendo las noticias de las últimas semanas podría listar al menos cuatro grandes títulos: 1) la crisis de los médicos y otros profesionales del sector, 2) el aumento de las prepagas, 3) el desfinanciamiento de las obras sociales, y 4) el aumento del precio de los medicamentos. Por supuesto, sólo constituyen una parte del todo, pero nos permiten dimensionar la magnitud del desafío de la reforma.

Si miramos el primero de los títulos, hace varias semanas que los residentes porteños están de paro, lo que está afectando la atención de salud en todos los niveles. Los residentes son médicos en formación sobre quienes descansa buena parte de la carga de atención médica. Si no trabajan, el sistema colapsa. Pero no son más que el emergente de una situación crítica que afecta a los médicos y profesionales de salud en todo el país, tanto en el sector público como el privado. Las causas son múltiples: bajos salarios y honorarios, demoras en los pagos, falta de carrera profesional, una profunda desmotivación y desgaste en la post-pandemia y una caída de la valoración social, sumada a causas culturales y también generacionales. El déficit en algunas especialidades críticas como medicina familiar, pediatría y neonatologia, terapia intensiva y anestesiología, donde ni siquiera se llenan las vacantes para formarse en las residencias, es alarmante. A esto se le suma que muchos otros especialistas en el sector privado, que prestan servicios a más de 60% de los argentinos que...

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