La crisis institucional arrincona a Dilma

RÍO DE JANEIRO.- Momentos decisivos se vivían anoche en el Congreso brasileño, donde en las próximas horas se podría definir la suerte del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, arrinconado por el agravamiento de la crisis política y la profunda recesión.

El Consejo de Ética de la Cámara de Diputados debatía anoche si hacer avanzar o frenar el proceso para la eventual destitución del presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, convertido en los últimos tiempos en la mayor fuente de problemas para Dilma en el Congreso, y acusado por la Procuraduría General de la República de esconder en cuentas bancarias en Suiza cinco millones de dólares provenientes del escándalo de sobornos de Petrobras. Si bien Cunha pertenece al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), principal aliado del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), se declaró opositor al gobierno, al que responsabiliza de las denuncias en su contra en una maniobra para restarle poder.

En una situación normal, el mismo gobierno habría impulsado su castigo en el Consejo de Ética. Pero, por su puesto, Cunha es el encargado de aceptar o rechazar cualquier pedido de impeachment contra la jefa del Estado, y con la crisis político-económica que aqueja a Dilma desde que en enero asumió su segundo mandato, el habilidoso político se ha guardado algunas cartas en la manga para jugar en caso de necesidad. Había señalado que hacia fin de noviembre tomaría una decisión sobre los pedidos de juicio político que aún tiene pendientes de consideración, pero al complicarse su postura, demoró su jugada.

Anteayer se reunió con el vicepresidente Michel Temer, también del PMDB, y le habría dejado en claro que se inclinaría por dar inicio al proceso de impeachment contra Dilma si el Palacio del Planalto no controlaba el voto de los tres diputados del PT que son parte del Consejo de Ética. La amenaza de represalia puso en una difícil disyuntiva al gobierno.

"Creo que si Cunha es cercado, soltará el impeachment y ahí sería el peor de los mundos. Estamos con un cuchillo al cuello", reconoció ayer públicamente el diputado Zé Geraldo, uno de los petistas que integran el Consejo, y consideró que el partido debería hacer un "sacrificio por el país". Sin embargo, en medio del debate del Consejo, el presidente del PT, Rui Falcão, recomendó desechar las presiones de Cunha.

"Confío en que nuestros diputados en el Consejo de Ética voten por la admisión [de la sanción]", escribió en su cuenta de Twitter...

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