Crisis: fallaron la cabeza y el corazón de Aerolíneas

Falló el corazón. Y también la cabeza. Aerolíneas Argentinas y Austral quedaron en medio de una secuencia de errores de gestión en el lugar donde más idoneidad debe haber: en Operaciones. Ese tablero de comando, desde el que se programa cada movimiento de la compañía, se usó con fines electorales para resguardar la campaña del presidente de la empresa, Mariano Recalde.

El viernes, cuando los mostradores de Aeroparque se toparon con más pasajeros de los que podían embarcar, quedó al desnudo un problema que se había gestado hacía tiempo. A la sobreventa de tickets se le sumó la falta de capacidad para resolver una situación que se presenta en cada uno de los fines de semana largo.

Inmediatamente, dentro de la línea aérea estatal miraron al lugar clave, la gerencia de Área de Planificación Estratégica de las Operaciones, que comanda Juan Núñez Aguilar, ex ejecutivo de una empresa minorista de venta de zapatos que llegó de la mano de Recalde. La nueva gerencia reemplazó a la anterior Operaciones, reservada a empleados jerárquicos históricos de la compañía.

Sin experiencia, Núñez Aguilar se sentó en el sillón que hasta entonces ocupaba un histórico de la empresa, Guillermo Ballesteros, un piloto que conocía los rincones de la empresa como pocos. En las influyentes oficinas se elabora uno de los números más sensibles para cualquier línea aérea, el AKO (asientos por kilómetros ofrecidos). El indicador -una fórmula que toma en cuenta la cantidad de lugares y los kilómetros recorridos a una determinada velocidad por cada avión en un período- es vital a la hora de vender pasajes. Todo parece indicar que aquel número no fue respetado.

Aeroparque, el principal aeropuerto de cabotaje del país, empezó con el colapso el viernes por la mañana. En la empresa saben que con 3500 personas en el hall, los mostradores de atención colapsan. Eso sucedió esa mañana. El aeropuerto porteño tiene capacidad para operar 30 vuelos por hora, de los cuales 15 son aterrizajes y 15 despegues. En horas pico -de 6 a 10 y de 18 a 21-, Aerolíneas y Austral, dueñas del 60% del mercado, disponen de nueve de esas 15 posiciones. El resto se reparte entre LAN, Andes y Sol para el cabotaje, y con las internacionales que operan desde la estación como Gol y TAM. Ningún otro vuelo puede despegar o aterrizar en esos horarios demandados, salvo que sea un servicio presidencial o uno sanitario del Incucai.

Cuentan en los pasillos de la empresa que esa mañana había 13 vuelos programados, es...

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