La crisis de unos es la bonanza de otros

MADRID.- El mundo se derrumba a marcha forzada y la Argentina puede mirar el espectáculo a salvo.Aun en su hora de derrota, ese argumento reconforta a Cristina Kirchner y lo repite día sí, día no en sus discursos televisados. "El futuro somos nosotros; tenemos que profundizar estas políticas en un mundo que se cae. Miren lo que pasa en España y lo ocultan", alertó pasado el ingrato domingo de las primarias, después de ensalzar las virtudes argentinas por sobre Canadá y Australia.Hay que reconocerle cierto poder de persuasión: no son pocos los argentinos que llegan a España y se frustran porque no alcanzan a "ver la crisis". Un importante funcionario kirchnerista se lamentaba días atrás durante un viaje de trabajo a Madrid: "Salí a dar una vuelta y no encontré la crisis por ningún lado".Cuestión de miradas. La crisis está, por supuesto. Es grave. Afecta a una generación completa de jóvenes con pocas oportunidades de trabajo y contagia de pesimismo a todo un pueblo que descubre la movilidad social descendente. Pero a los ojos entrenados en la bonanza kirchnerista les cuesta enfocar la imagen en vivo y en directo del "mundo que se cae".El desempleo emerge como el mayor drama, con una tasa superior al 26%. "Estamos de lejos mejor que España en empleo", festejó días atrás la ministra de Industria, Débora Giorgi, en una sentencia matemáticamente irreprochable. Pero detrás de las cifras oficiales de ocupación -hoy favorables a la Argentina- hay más cosas. Aquí el Estado se hace cargo de un seguro para quien pierde el trabajo que puede ser de hasta 1050 euros durante dos años. Y se mantiene una ayuda de 420 si pasado ese lapso la persona no consiguió ubicarse. La salud pública está bajo presión de los recortes, pero...

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