La crisis económica que dejará Cristina Kirchner

Cristina Kirchner está creando una escuela política que podría volverse en su contra. Usa la cadena nacional para hablar de sus adversarios y, sobre todo, para culparlos de sus problemas. ¿En qué condiciones de impotencia quedaría ella si un próximo presidente usara el mismo método, si es que existiera ese nuevo y decidido presidente, para contarles a los argentinos el país que la actual mandataria les dejó? La pregunta es pertinente porque en los últimos días salieron a la discusión pública dos conflictos que hasta ahora se debatían sólo entre economistas: el pobre nivel de las reservas y el monumental déficit fiscal que acumuló el cristinismo. En la medida que se corre el velo que cubre los números de la economía, puede advertirse el tamaño del desafío que deberá enfrentar el próximo presidente no bien haya recibido los adornos simbólicos del poder.

Si un extranjero despistado aterrizara en Buenos Aires, podría establecer que el país tiene un Banco Central con activos por cerca de 120.000 millones de dólares. Es mentira. El Banco le prestó al Gobierno US$ 85.000 millones (69.000 millones durante los ocho años del cristinismo) a cambio de papeles que no valen nada. Y que nunca se devolverán. Lo que resta son US$ 33.000 millones, que son las reservas brutas que tiene hoy el país. Las reservas netas son otra cosa: podrían estar en el orden de los US$ 12.000 millones, según los economistas más generosos.

Vale la pena hacer un repaso de lo que sucedió con el Banco Central en los años de Cristina Kirchner. El resultado marca una diferencia muy nítida con la administración de su esposo, que era tan intolerante como ella frente a la disidencia y la crítica, pero era más sensato para manejar las cuentas públicas. Según un estudio de Alfonso Prat-Gay, cuando la Presidenta asumió por primera vez, en 2007, el Banco le había prestado al Gobierno US$ 16.000 millones. Eran préstamos para el pago de deuda o adelanto de transferencias. El propio Prat-Gay se había ido de la presidencia del Banco, a fines de 2004, con un nivel de préstamos al Gobierno de sólo 4000 millones de dólares. Eran todos adelantos transitorios. Prat-Gay comenzó a tener los primeros roces con el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, cuando le impuso a éste que esos adelantos debían hacerse contra la devolución de los anteriores.

En 2011, al final del primer mandato cristinista (del que no participaron Prat-Gay ni Lavagna), los préstamos llegaban ya a los US$ 26.000...

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