La crisis carcelaria

El Episcopado argentino difundió días atrás un documento en el que los casi cien obispos del país analizaron y criticaron el estado de las cárceles y las condiciones en que se encuentran muchos de los presos, en especial, señala el texto, aquellos pertenecientes a los sectores sociales más vulnerables.

La preocupación de los obispos tiene mucho fundamento, y su seria preocupación no sólo se refiere al estado de nuestras prisiones y al tratamiento que reciben quienes esperan allí sus condenas o las están cumpliendo, sino también a los efectos negativos de ese ambiente en la recuperación de los internos.

Varias veces nos hemos ocupado en esta columna de la preocupante situación de las cárceles, que jamás deben concebirse como sitios de castigo para quienes cumplen sentencias. De esa concepción errónea nace una práctica que, aunque no todos lo adviertan, además de degradar la condición humana, atenta contra la recuperación de quienes delinquieron y, por ende, los devuelve al mundo del delito una vez que cumplieron sus condenas.

Como dijimos en otra oportunidad, el hecho de que con demasiada frecuencia las prisiones sean un sitio de castigo no significa que haya que resignarse a ese estado de cosas violatorio de nuestras leyes, nuestra Constitución, la Convención Americana de Derechos Humanos, la doctrina de la Corte Interamericana y la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.

En su documento, los obispos cuestionaron la situación del sistema penitenciario argentino y pidieron al Gobierno "generar acciones concretas en favor de la dignidad de las personas privadas de libertad". En un detallado repaso de los principales problemas, los obispos mencionaron la "inadmisible existencia de celdas de aislamiento total", la sobrepoblación existente en la mayoría de las cárceles, los presos sin condena, la ausencia de proyectos y programas que reduzcan al mínimo el período de detención y la existencia de personas a las que se les debería dar un tratamiento penal alternativo fuera de la cárcel.

El documento de la Conferencia Episcopal, redactado en noviembre, pero difundido ahora para no interferir con la campaña presidencial, también se ocupa de los integrantes del servicio penitenciario y de la necesidad de cuidar su calidad de vida mediante salarios dignos, vivienda, formación, cobertura social y apoyo psicológico y espiritual.

El documento cita la frase de Jesús "estuve preso y me viniste a visitar" y, al...

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