Crimen moral y traición a la democracia

Asistimos a un nuevo episodio en la larga serie de desavenencias conyugales entre el peronismo y el Código Penal. El manual de toda la vida indica, en esta clase de apuros, que garpa más ser el payador perseguido que el reo en regla. Y la experiencia enseña que en una sociedad con síndrome de Estocolmo, donde cada paisano se considera una víctima, siempre hay gente predispuesta a identificarse con el caído y a comerse el amague; a clamar lastimeramente contra la impunidad y a derramar a los cuatro vientos que en la Argentina es imposible avanzar sobre los culpables, y cuando por fin alumbra un fallo, a reaccionar con temor, desconfianza y gataflorismo intelectual. Hacemos campaña por la nieve y después nos quejamos del frío. Nos pasa a casi todos, y me pongo a la cabeza de esa lista: sólo quiero un juicio justo, y la cadena de preventivas, los precedentes que siembran y la cantidad de ex funcionarios presos sin sentencia firme me caen muy mal al hígado, independientemente de las antipatías que los ilustres convictos me provocan. Eso no me habilita para devaluar la investigación del juez, ni para involucrar al Gobierno en las imperfecciones del proceso.

Vamos por el principio, y que el árbol no tape el bosque. El titular de la DAIA definió la magnitud histórica de esta resolución: "Se ha demostrado que lo que decía Nisman era verdad". Los arrestos son, por supuesto, harina de otro costal, aunque hay en esto dos bibliotecas jurídicas en pugna. ¿Puede el instructor de un expediente reservarse para sí la prerrogativa de analizar el concepto general de un individuo y evaluar si este debe esperar su juzgamiento en una celda? Elemental: la respuesta surge afirmativa, cualquiera sea el teórico que opine. ¿Existen antecedentes como para pensar que este grupo de personajes obstruyó la Justicia precisamente en este trámite tan grave, y que sus miembros mantienen además logias en los juzgados, aliados en el Parlamento, contactos en los servicios de inteligencia y potencias extranjeras interesadas en ayudarlos? Aquí la respuesta flaquea, aunque prevalece la dudosa idea de que las bestias encubridoras de paladar negro ya han perdido las uñas. Puede ser, no estoy seguro, pero Dios quiera. Y en todo caso, ¿cuál sería la actitud que debería adoptar Mauricio Macri en el terreno? ¿Llamar por teléfono a Comodoro Py y torcer sus criterios, citarlo al presidente de la Corte Suprema y exigirle que cancele la "doctrina Irurzun", o directamente advertirles a los...

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