Un crimen que cuenta con muchos autores

Escuchen a Moyano y a Bonafini , aconsejaba hace poco un funcionario kirchnerista. Indicaba que esas insistentes palabras de amenazas y de diatribas revelarían lo que el kirchnerismo quería. Ellos eran (son, todavía) los voceros más auténticos del oficialismo en su hora declinante. ¿Alguien creyó que las palabras violentas quedarían reducidas sólo a la retórica? Si alguien hizo esa conjetura, mostró más ignorancia que ingenuidad: las palabras siempre les abren las puertas a los hechos.A Mariano Ferreyra lo mataron las palabras de un país inútilmente fanático y excesivo. Esa muerte injusta, empotrada entre demasiadas muertes, fue la consecuencia, además, de un cóctel explosivo en el que se mezclan la deserción del Estado, el enorme poderío de una corporación sindical vitalicia y corrupta y las necesidades insatisfechas de muchos argentinos desamparados.La culpa de los Kirchner es haber habilitado a jugadores que desprecian el juego democrático. Moyano viene de la derecha sindical más rancia y retrógrada, que percibe a la democracia dentro de los gremios como un enemigo que debe ser batido. La democracia como sistema político fue siempre un enemigo para ese sector sindical. Bonafini es una estalinista hecha y derecha, que en su momento prefirió la división de las Madres de Plaza de Mayo antes que aceptar el disenso interno. Hace poco habló con desprecio en público hasta de la otra referente de las Madres, Nora de Cortiñas, que lideró hace muchos años el cisma contra Bonafini. Moyano boicotea empresas y diarios con sus camiones, y Bonafini promete la justicia de este mundo (violenta y con mano propia) a cualquiera que no piense como ella.La pareja presidencial siente cierto deleite por esos métodos, vengan de la derecha o de la izquierda. Les sirven, hay que aceptarlo, para atemorizar a los argentinos pacíficos. Resulta que, entre tanto, los burócratas sindicales se olvidaron del casi 40 por ciento de trabajadores en negro y relegaron más aún a los desocupados. La izquierda antikirchnerista, que milita sobre todo en el Partido Obrero y en el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), se fue haciendo del liderazgo de los que no tenían líderes.Moyano profundiza cada vez más el conflicto con sus desmesurados proyectos de poder. Su persistente avance sobre las empresas privadas, en un mundo frágil y en crisis, sólo arroja más trabajadores al salario en negro. Las pequeñas y medianas empresas son las que optan por salir de la formalidad para esquivar los...

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