Crecientes problemas de macroeconomía

La argumentación oficialista sobre las características distintivas del régimen macroeconómico de la pos-convertibilidad enfatizaba que su variable clave era el tipo de cambio alto, subvaluado en relación con los valores históricos en el país. Este tipo de cambio calificado como "competitivo" permitiría empujar la demanda agregada gracias al aumento de los ingresos por exportaciones, el redireccionamiento de la demanda a la sustitución de importaciones, la expansión de la base monetaria y también de las reservas del Banco Central gracias al mayor ingreso de divisas de los exportadores.

El tipo de cambio competitivo se debía complementar con superávit fiscal y superávit en la cuenta corriente del balance de pagos. Con superávit fiscal se pretendía generar confianza en los agentes económicos, apuntalando la financiación de la expansión económica con ahorro local. Dada la carga de la deuda pública, el superávit fiscal sería necesario para emitir una señal de solidez y permitir que el crédito se dirija al sector privado. El superávit fiscal también descomprimiría las presiones inflacionarias, permitiendo el uso de la política fiscal como política anticíclica. Al mismo tiempo, el superávit en las cuentas externas se debía obtener por vía comercial y no por entrada de capitales compensatorios, acotando así la probabilidad de que el crecimiento sea restringido por escasez de divisas -problema histórico del país- y de que se tenga que recurrir al endeudamiento externo.

El sostenimiento de esta consistente arquitectura macroeconómica era lo que iba a permitir el crecimiento conjunto del producto y del empleo. Esto debía suceder por dos canales. Por un lado, se esperaba que los agentes económicos asignaran mayor inversión a la producción de bienes exportables, habilitando una nueva inserción internacional con menor vulnerabilidad externa. Por otro lado, se esperaba la reducción del costo laboral medido en divisas de los bienes y servicios locales expuestos a la competencia con producción foránea, estimulando el contenido de empleo de las funciones de producción en la economía argentina. La recuperación del empleo y las mejoras salariales de los grupos laborales formales permitirían favorecer la distribución progresiva del ingreso; a esto se debía sumar la mejora en el ingreso de los informales por una suerte de efecto imitación. La sostenibilidad y previsibilidad de este escenario macroeconómico debía tener un impacto positivo en la inversión.

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