Crecer de golpe, a ambos lados del escenario

Falta menos de una semana para que Miley Cyrus vuelva a presentarse en Buenos Aires. El viernes próximo, en GEBA, lo primero que demostrará el tramo argentino del Bangerz Tour es que los 40 meses que pasaron desde la primera visita de la ex Hannah Montana (aquel multitudinario recital en River de mayo de 2011) resultan en los hechos mucho más grandes de lo que sugiere el calendario.En algo más de tres años, Miley creció lo suficiente como para transformar aquella edulcorada imagen de chica Disney en una precoz bomba sexy de 21 años que juega en las coreografías de sus shows con falos gigantes y ya parece haber aprobado todas las materias del curso rápido de twerking, esa coreografía tan de moda que se basa en movimientos constantes y frenéticos de la cadera y la cola, junto al gesto explícito de quien experimenta alguna satisfacción erótica. La ocurrencia les provocó unos cuantos dolores de cabeza a Miley y a los organizadores de su gira después del incidente ocurrido el 16 de septiembre en Monterrey. En el día en que los mexicanos celebran su independencia, la chica no tuvo mejor idea que mostrar en escena su destreza para el twerking mientras un par de bailarines la golpeaban con pequeñas banderas de ese país.El incidente debe de haber reforzado las precauciones que Miley prometió tomar para su presentación porteña. Lo que todavía no queda claro es qué tipo de reservas o cuidados adoptarán los padres de las fans resueltas a participar como espectadoras de un show que todos imaginan multitudinario. Y que exige de ellos un gran esfuerzo económico: el costo de las entradas va de los 600 a los 1400 pesos.En verdad, la gran pregunta que debería hacerse en estos casos es a qué tipo de público está dirigido un show como el que hoy ofrece Miley Cyrus. ¿Quiénes irán a verla? ¿Las fans que la conocieron en su etapa Disney y crecieron con ella? ¿Las que creen que todavía no abandonó esa fase de su vida personal y artística? ¿Las más grandes? ¿Las más chicas? El dilema es crucial en estos tiempos de incesantes estímulos sonoros y visuales (sobre todo visuales), dominado por las redes sociales y por YouTube, en los cuales las fronteras entre las franjas etarias se diluyen cada vez más, sobre todo entre el público femenino.Entre nosotros, tal vez, el dato más llamativo de esta tendencia pasa por la convivencia entre pequeñas de entre 4 y 5 años y chicas mucho más grandes, todas ellas compartiendo los avatares amorosos y los conflictos vocacionales que expresan sobre...

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