El costado dulce del engendro

Quién pudiera ser hincha de Crucero del Norte por un día. O de Aldosivi. O de Sarmiento. O de Temperley. Ellos, su gente, sus jugadores, encarnan el costado reluciente del campeonato que vendrá. No les importa el engendro de una competencia que no entra en la cabeza de nadie. De 30 equipos, de clásicos inventados y de fechas antojadizas. De remiendos. ¿Y saben qué? Tienen razón.

Habrá lágrimas. Un abuelo le contará a su nieto aquella vez en la que su equipo debutó en primera. O volvió a primera. O, acaso, jugó contra River, Boca, Racing, Independiente, San Lorenzo o Huracán. Habrá sonrisas por un gol convertido. Poco importará el resultado con tal de ver la camiseta del corazón, la de una y mil publicidades, contra la de la marca multinacional. Fecha tras fecha se encadenará una historia tan mágica como las de las mil y una noches. Tendrán a los cracks al alcance de la mano. Seguramente, no alcanzarán las butacas. Si desde antemano se habla de que algunos podrían mudarse a otros escenarios. Se insiste. Poco. Casi nada les importará. Celebrarán los goles como...

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