La corrupción no le importa a nadie

DomingoLa otra noche, mientras cenábamos, un amigo que viene investigando los turbios negocios del poder cometió la imprudencia de revelar la incesante y atroz lista de corrupciones y corruptelas, pecados políticos y monumentales trapisondas soterradas que había encontrado en su largo y laborioso raid por juzgados, despachos oficiales, oficinas de negocios, archivos, balances, licitaciones públicas y testimonios secretos a lo largo del último año y medio. Luego consulté a los editores que publicarán en breve este verdadero "tanque" de la denuncia periodística y confirmé que su tirada y alcance serán espectaculares. Romperá seguramente el "mercado", como gustan decir en el mundo editorial, y se convertirá en el gran best seller de la temporada otoño-invierno. Mi amigo está agotado: escribir un libro después de una larga investigación, y hacerlo bajo toda clase de presiones, deja de cama a cualquier periodista por más atlético y valiente que sea. Al llegar a los postres me miró a los ojos y me preguntó qué creía sinceramente que pasaría. Le respondí sin pestañear: "Nada". Venderá 150.000 ejemplares, habrá muchas notas de prensa y al final no ocurrirá absolutamente nada. En la década del 90 un libro así era un acontecimiento político. Hoy un libro de denuncia es un libro de evasión, una novela policial que el lector no quiere perderse por nada del mundo, pero que utiliza para pasar un buen rato y tener algo jugoso para comentar al día siguiente.La investigación periodística, que es un elemento fundamental de la democracia, producía en los 90 renuncias en el gabinete nacional. Eran Watergates más modestos pero igualmente letales, y no han cesado en otros países como Inglaterra, España, Italia, Alemania, ni tampoco en la cada vez más remota república de Brasil.A la opinión pública argentina de antaño le importaba mucho la ética de sus dirigentes. Y la inmoralidad política pesaba decisivamente en las elecciones. Podrá decirse que ningún affaire logró detener el triunfo de Menem en 1995. Es verdad: muchos votantes privilegiaron la convertibilidad por encima de la moral, pero aún así lo hicieron de un modo vergonzante, bajo el resignado lema "roban pero hacen". Jamás negaron el fenómeno ni impugnaron la tarea del periodista que trabajaba para exponer las lacras del poder. Y la oposición, a su vez, lograba articularse alrededor de la transparencia y conseguía obtener muchos votos.Hoy todo ha muerto, ya lo sé. Hoy nadie renuncia por un escándalo, y muchas veces...

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