Coronavirus en la Argentina. Balcarce: con controles hasta de olfato, la ciudad busca seguir sin casos

BALCARCE.- Con rumbo oeste y las sierras en el horizonte cercano, el oficial que corta el paso para controlar el permiso para circular a la altura del peaje El Dorado, en la ruta 226, lleva el uniforme de la Gendarmería Nacional. Habrá nuevas escalas. Porque en el ingreso a Balcarce, apenas queda atrás la rotonda del cruce con la ruta 55, el desafío para avanzar es triple: otra vez documentación, pero además la toma de temperatura y -poco común en la zona- una prueba de olfato."¿Dígame si percibe algún aroma?", invita la empleada municipal que con el brazo bien extendido y una delgada pinza metálica acerca un papel de un centímetro por tres empapado con una perfumina que penetra las fosas nasales. Ya no importa identificar si es pachuli o citrus. Con reconocer que en esa tira hay olor se supera el paso final para ingresar a uno de los pocos distritos bonaerenses que, a 45 días del inicio de la cuarentena, mantiene en cero su registro de Covid-19.Una política de guardia alta permanente en un punto de la provincia que tiene un paso intenso del transporte de cargas, que implica ingreso permanente de foráneos. Y a 70 kilómetros una convivencia más que cercana con Mar del Plata, el conglomerado más importante y con mayor cantidad de positivos en Covid-19 en la región: 17 contagiados, dos de los cuales murieron. Solo Bahía Blanca lo supera, con 36 casos.Puertas adentro de esta ciudad, que tiene 45.000 habitantes y en cuya economía hay un fuerte predominio de la actividad rural, la sensación es la de una comunidad que se permite vivir con relativa normalidad dentro de las restricciones del aislamiento obligatorio. Y ya, a la luz de los óptimos resultados, con las primeras licencias."¿Quién se toma un café así?", ostenta Hugo, más conocido como el Gallo, sentado en una punta del frío cemento de uno de los bancos de la plaza central. En el otro extremo, Abel, uno de sus compañeros de ritual de las mañanas en el bar Abruzzo, que les hace un delivery personalizado: en bandeja les cruzan los pocillos y las medialunas calentitas."No sabés lo que se extraña, nos juntábamos un montón de conocidos en las mesas de la vereda o adentro cuando está feo", cuenta Hugo sobre uno de tantos cambios a los que se tuvo que adaptar. El principal, tomar su café sin quitarse la visera plástica que le cubre el rostro."El tapaboca lo impusimos obligatorio nosotros, una semana antes que lo sugiriera el gobierno provincial", destaca a LA NACION el intendente, Esteban Reino...

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