En la cornisa del cambio climático

Las temperaturas del viernes último; al día siguiente las cosas iban a empeorar

El viernes, mientras preparaba mi columna de los sábados , se cortó la luz. Durante dos horas. Cuando volvió, pude terminar el artículo y, por la tarde, hacer varias cosas más que me quedaban pendientes. El sábado escribí mi nota de los domingos con cierta aprensión, pero solo hubo microcortes. Eso sí, a la nochecita, cuando el sol ya se había puesto, pero el calor seguía siendo espantoso, la luz se cortó de nuevo. Otras dos horas. No es mi intención dar lástima. Hay ciudadanos que lo pasaron mucho peor. Un amigo me contaba que estuvo diez horas sin luz y, por lo tanto, también sin agua, porque vive en un edificio. Incluso él se puede dar por afortunado en esta Argentina surrealista, donde muchas personas (perdón por la imprecisión, pero con una persona alcanzaría) pasaron varios días sin electricidad. En medio de una ola de calor histórica. No, no es mi intención quejarme. Denme un minuto más.

Como tengo esta obsesión de reducir cuanto pueda mi consumo energético, la casa está muy bien aislada. En qué medida el costo de aislar una vivienda contribuye al cambio climático, no lo sé. Pero supongo que la reducción en el consumo lo justifica. El caso es que durante la primera media hora del corte el aire en el interior, que hasta entonces había estado acondicionado, se mantuvo en valores aptos para la vida humana. Cuando abrí el ventanal que da al jardín, un vaho de calor sólido me hizo retroceder alarmado.

Debido a la entropía (con eso no se debate, muchachos, lo siento), las temperaturas del exterior y del interior empezaron a igualarse. Ganó el exterior, claro. Ahí ya no podía uno sentarse en un sofá, así que, sin ánimo siquiera para leer, que es mi refugio durante los cortes de luz, traje una reposera del jardín y me senté a mirar la noche y la laguna. Desde dentro del living, donde todavía había un par de grados menos. Pensé en escuchar música. Pero la idea de calzarme los auriculares me pareció odiosa. Sabía que el corte iba a durar más o menos dos horas; no porque la compañía lo informe, sino por experiencia. O estadística, que es más o menos lo mismo.

Así que me quedé ahí sentado, con la vista perdida y sin pensar en nada. Sería una trivialidad declarar en este punto que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR