Contemplación

Páginas390-390
Contemplación
Miro las paredes de mi habitación.
Verde.
Rojo.
Amarillo.
Dragón rojo sin dientes y sin fuego. Dragón que emerge desde el verde
de nas capas calcáreas que se levantan y retuercen en humedades.
Tiembla el techo de sombras y bultos que se hacen el amor. Se escucha
la belleza de lo animal.
Una historia sigilosamente beata pasa como un rasguño interior de mi
cuerpo.
Cuelgan los rosarios, los actos de contrición y los bellos Cristos de bron-
ce clavados en cruces nacaradas. También hay vírgenes nocturnas y estam-
pas enmohecidas.
Se me acabaron los rezos en secreto, los gritos y la saliva. Me mojo la
lengua con lágrimas. Mis sílabas no son ni rezos, ni gritos pidiendo reden-
ción. Son sólo mieses que devoran los lagartos.
Son una historia de clavos, de espinas y sangre.
Quiero redimir a mi alma de los encierros. Quiero ser el hombre del
fuego.
Quiero ser… Una historia incoherente. Una historia de hojalata y cinc,
de papel de cigarrillo, de agua en el agua.
Quiero ser la historia de un cristo desclavado.
El dragón se duerme y chorrea de humedad.

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