Contadores: los ganadores menos pensados en un país en el que los nuevos impuestos se convirtieron en un deporte nacional
Hijo de un barbero y una costurera, Alphonse se hizo famoso en el barrio por amenazar de muerte a su maestra. Quizá por eso abandonó los estudios en quinto grado y se dedicó a atender un quiosco en un conocido comercio. Fue allí donde conoció a Johnny, el compinche con el que conformaría varias bandas de ladrones. Luego fue guardaespaldas, mozo y hasta patovica en un boliche, donde lo apodaron "Scarface".
Esos navajazos lo alejaron de las "malas compañías". Entonces Al -como ya se lo conocía- consiguió un trabajo de empleado contable en una empresa constructora. Pero nunca abandonó la idea de crear su propio imperio. A ese sueño contribuyó un reencuentro con Johnny y una rauda mudanza a Chicago. Una ley de enero de 1920 le abrió la puerta al negocio que lo haría acreedor de US$ 100 millones: destilerías clandestinas.
El asesinato fue su sello, pero Al Capone no terminó preso por ese delito. La policía infiltró dentro de su organización a un asesor fiscal. Gracias a las flamantes leyes de 1927 finalmente al gobierno federal juzgó al gángster por evasión de impuestos. Fue el único crimen que fundamentó su llegada a Alcatraz.
En la Argentina de la presión fiscal récord todos pueden terminar como Al Capone. Pero a diferencia de lo que ocurrió con el sanguinario líder del "Sindicato del crimen", los contadores, abogados tributarios y asesores fiscales se convirtieron en determinantes estrellas para descifrar la nueva constelación de aplicativos, regímenes de retención e información a todos los niveles y en todos los distritos. Así se transformaron en los iluminados de las charlas de café en las que el impuesto a las Ganancias pasó a ser una cuestión central, casi tan importante como el fútbol.
Cuanto más asfixian los impuestos -la presión llega a un 40,1%, según la Cepal- más crece el trabajo de los contadores. Pero esas nuevas tareas no incrementan proporcionalmente sus márgenes: si bien los honorarios se actualizan siguiendo a la inflación, los flamantes variables son en general un plus que recompone un trabajo de 24 horas. Sin embargo, y sólo en casos puntuales, algunos supieron aprovechar el contexto para ganar más.
"Nada hay de seguro en la vida, excepto la muerte y los impuestos", reza el dicho popular. Un traductor de esas jeroglíficas escalas, retenciones y mínimos no imponibles ofrece una versión criolla. "Para ser empresario en la Argentina hay que tener un buen cardiólogo y un buen asesor tributario", bromea el contador.
Los impuestos marean a cualquiera. Por ejemplo, la resolución 3770 de la AFIP de mayo pasado creó una "tablita" con...
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