Sin conocerse. Llegaron al país por sus parejas y extrañar las salchichas alemanas los convirtió en socios para venderlas

Michael y André, se conocieron por sus parejas y el amor por las salchcicas de su país los convirtió en un buen negocio

Michael Schnirch nació en Nüremberg, la ciudad del norte de Baviera conocida mundialmente como sede de los juicios contra jerarcas nazis ocurridos tras la Segunda Guerra Mundial. André Kalisch nació en Berlín, en el populoso barrio de Pankow, el mismo que hasta la caída del muro perteneció a la República Democrática Alemana. Pero ambos dejaron esas historias detrás cuando, por separado y sin conocerse, decidieron vivir en la Argentina. "Michael vino en 2006, yo en 2011. En ambos casos nos quedamos por historias de amor. En un viaje por Latinoamérica Michael conoció a Laura, una chica argentina con la cual siguen juntos. Y yo me enamoré de un chico ecuatoriano y decidimos venir a Buenos Aires", cuenta André, que luego se separó para terminar casándose con Luis, un venezolano que también vivía acá. "Nos casamos hace seis años; en Alemania el casamiento entre personas del mismo sexo todavía no estaba permitido, pero en Argentina ya era legal".

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Un hobby que terminó en negocio

Como sucede muchas veces, la distancia con el país natal no sólo no cortó lazos culturales y afectivos, sino que incluso los hizo más urgentes. Entre infinitos asados, pizzas y otros clásicos de la cocina argentina, André sentía nostalgia por las clásicas bratwürste alemanas, esas salchichas parrilleras que son parte del ADN culinario del país centroeuropeo. Fue así que, mientras trabajaba en una empresa de software, comenzó a elaborar sus propios embutidos. "Comenzó como un hobby. En Alemania yo había estudiado Negocios Internacionales, pero también había tenido un restaurante con seis amigos... ahí aprendí que seis socios es demasiado para este rubro, terminamos todos peleados" . El pasatiempo fue ganando importancia y André comenzó a presentar sus productos en ferias y eventos, en especial en aquellos dirigidos a la comunidad expat en la ciudad porteña. "En 2012, durante la Eurocopa, alquilé un restaurante en los días en que jugaba Alemania, y me puse a vender salchichas con cerveza. Todo lo que precisa un alemán para sentirse feliz. Ahí conocí a Michael, él trabajaba en otra empresa de software. Empezamos a hablar de bratwurst y al mes ya eramos socios".

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