Concursos y quiebras en alza, otra mala señal en la economía

El abogado recibió a su cliente un viernes a la tarde y escuchó cómo, desesperado, le pedía que presentara el concurso preventivo de su empresa. El lunes siguiente, otro empresario golpeó a la puerta de su estudio y le solicitó, abatido, que directamente pidiera su quiebra. El pulso que palpa este letrado es el mismo que ven sus colegas, inmersos en un país en el que cada tres días hay un nuevo concurso preventivo: en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, donde está el 52% de las empresas de la Argentina, la cifra de concursos aumentó en 2018 un 62% respecto de 2017 (368 contra 227), y la de quiebras, un 11% (795 contra 716).En el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que elaboró estas estadísticas sobre la base de lo publicado en el Boletín Oficial, se señala que para encontrar este nivel de incrementos en las quiebras y los concursos, hay que retrotraerse al período 2001-2002. "Solamente en marzo de 2002 se registraron 243 quiebras y concursos de acreedores, casi un 50% superior al valor de marzo de 2001. Si se calcula el promedio diario, se registraron 7,8 personas jurídicas o humanas que entraban en quiebras o concurso", se detalla.Estas dos palabras, tan temidas por los empresarios, tienen impactos muy diferentes y definiciones muy distintas: según explica Martín Caselli, socio del estudio Caselli, el proceso de concurso preventivo se corresponde con la solicitud judicial para lograr un plan de propuesta y reestructuración que le permita acordar con sus acreedores la cancelación de los compromisos que lo llevaron a esa situación, continuando así su actividad. "La quiebra, en tanto, está destinada a la liquidación de los activos o, como consecuencia de ella, al desapoderamiento de la empresa al quebrado y su cesión a terceros oferentes (cramdown)", detalla el especialista.Ahora bien, según explica Alejandro Claps, socio del estudio especializado en esta temática OCCM Abogados, a la quiebra se puede llegar por tres vías diferentes: por no lograr la conformidad de los acreedores en el concurso, vencido el período de exclusividad en el cual la propia empresa hace propuestas; porque un acreedor la pide (en ese caso, la empresa puede pedir que se transforme en concurso o levantar la deuda, con lo cual queda sin efecto), o por solicitud de la propia compañía.Javier Alegría, socio del Estudio Alegría, Buey Fernández, Fissore & Montemerlo, especialista en reestructuración de deudas, dice que el concurso muchas veces es...

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