Conclusiones

AutorJuan José Alvarez
Páginas293-306

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La agonía de Francia respondía a algo más que a causas objetivas.

Era sobre todo producto de la impotencia de su pueblo por creer en algo, que en defi nitiva es falta de grandeza.

La grandeza es un camino hacia lo que no se conoce. La guía la esperanza. ¡Qué bien marchan las cosas cuando los franceses creen en Francia!

Charles De Gaulle

A partir de las problemáticas expuestas y de las medidas propuestas para resolverlas, se presenta un conjunto de observaciones fi nales a modo de conclusiones generales a tener en cuenta como modelo orientador para una reforma institucional acertada:

1) La crisis de representación de la clase dirigente y de confi anza de la política y los partidos políticos se encuentra relacionada con que la gente no cree que éstos sean elementos relevantes para solucionar sus problemas. De ahí que perciban a esta actividad como "parasitaria", en tanto que es observada como detentadora de privilegios y como inservible a los intereses populares que debería representar. El 47% de los latinoamericanos cree que el Estado puede solucionar sólo algunos problemas, y un 8% sostiene que no puede so-Page 294lucionar ningún problema (Corporación Latinobarómetro, 2005). Pero esta crisis de representación -defi nida en estos términos- es producto más de la dinámica que ha adquirido el proceso gubernamental y de control en el sistema político argentino que de las reglas electorales. El uso y abuso de la atribución presidencial de dictado de Decretos de Necesidad y Urgencia, que en términos del proceso gubernamental significa que se excluye a la mayoría parlamentaria del ejercicio del gobierno, es una variable mucho más explicativa de la crisis de representación que la "lista sábana".

2) No puede reducirse la reforma política a la mera modificación de las reglas electorales, más allá de que la modificación de tales reglas sea un tema sumamente relevante en la agenda de la reforma política. Si lo que se busca es modifi car el proceso gubernamental y de control de modo que encuentren un sano equilibrio dinámico, se hace menester no sólo modificar las normas electorales en torno a las cuales los actores políticos son elegidos y controlados, sino también el diseño institucional de los órganos de gobierno y organismos de la administración para, de esta forma, alinear los incentivos de los actores políticos a la búsqueda del equilibrio entre la gobernabilidad y el control.

3) Como en cualquier proceso atinente a la legitimidad de las instituciones, aquello que de entrada aparece como positivo y deseable puede degradarse presa de una praxis defectuosa. De aquí la importancia de una correcta elección de los fines que se persiguen y de los medios empleados con tal objeto. Si lo que hoy exigimos desde el campo ciudadano es aptitud y responsabilidad de parte del Estado, administraciones de justicia dignas y honestas, y estructuras federales libres de la contaminación feudal, resulta razonable argüir que una discusión acerca de la reforma política, sólo empeñada en suplantar por otro el método de distribución de las bancas, noPage 295tendrá mayor destino. Se cambiará, quizás, el régimen electoral, pero el marco dentro del cual dicho régimen actúa seguirá igual, aquejado por los mismos vicios y carencias.

En este sentido, la conclusión parece caer de madura: tan trascendentes para un concepto integral de la reforma política son las leyes de coparticipación federal, las de reforma judicial y de seguridad, y todas aquellas normas que -al menos en relación con las elecciones nacionales- puedan poner coto al fi nanciamiento espurio de las candidaturas y al clientelismo que acompaña dicha metodología.

4) Si la democracia constitucional moderna se caracteriza por instituir el control como una función del poder del Estado, la defección del control a la que asistimos está transformando no sólo la forma sino también el fondo de la democracia argentina. Esto no signifi ca que asistamos a la emergencia de los conocidos gobiernos autocráticos. Antes bien, como sostiene O'Donnell (2004a), estamos en presencia de un proceso de muerte lenta de la democracia tal como la conocíamos.

El politólogo argentino sostiene que "las democracias no desaparecen súbitamente sino que hay procesos como el que vive la Argentina actual en el que las instituciones se diluyen". Pero lo que emerge no son formas tradicionales de autocracia sino, más bien, nuevas democracias que se caracterizan por una alteración en el equilibrio de las funciones de gobierno y control. Es una democracia que tiende a reducir el proceso gubernamental al Ejecutivo y debilitar al extremo el proceso de control, pero siempre bajo la legitimación democrática, tanto en el origen como en el ejercicio y la finalidad del poder que ejerce.

5) Si bien es cierto que asistimos a una "crisis en la democracia" y no una "crisis de la democracia", resulta indiscutible que el deterioro de la gobernabilidad presiona a laPage 296baja las expectativas en la capacidad de las instituciones de gobierno democráticas para dar respuestas a las demandas de los ciudadanos.

6) Es claro que proporcionar mayor efi cacia guberna- mental fortalecerá la confi anza ciudadana en las instituciones democráticas y republicanas, en tanto esto no sea en detrimento de la función de control.

7) Por otra parte, la gobernabilidad resultará igualmente afectada por una fragmentación excesiva del sistema de partidos como por un bipartidismo férreo de fuerzas indisciplinadas, antagónicas entre sí, sin responsabilidad política ante sus líderes partidarios y, por ende, incapaces de llegar a acuerdos. A la hora de medir la gobernabilidad de un sistema, no resulta tan importante el número de partidos políticos con representación en el Congreso como la...

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