Comía parada y no tenía descanso hasta que su cuerpo le pasó factura: 'Las 5 pastillas diarias que tomo me recuerdan lo sucedido'

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Aunque en aquel entonces todavía no existía la carrera de Organización de Eventos en la Argentina, Marcela Messineo (51) supo destacarse en el rubro que luego se convertiría en profesión. Había dado sus primeros y firmes pasos como profesora de recreación para niños pero también como docente de aeróbica para adultos en el histórico complejo Coconor , en la costanera norte de la ciudad de Buenos Aires. "Ese trabajo tenía mucho de ser animadora: bailábamos, hacíamos juegos, torneos, clases multitudinarias, todo era muy lúdico".

En 1996, gracias a la experiencia que había adquirido en ese espacio, viajó a trabajar a Club Med en Moorea, Tahití. Allí no solo hacía deportes, sino que también actuaba en obras de teatro todas las noches e ideaba originales actividades para los huéspedes.

1999 cuando nació su hija Muriel

Unos meses más tarde, ya de regreso en Argentina, un colega le preguntó si podía organizar una kermesse para un viernes informal en una empresa americana. "Claro que sí", respondió entusiasmada. Tenía los proveedores conocidos y los animadores eran sus compañeros de Coconor. El evento resultó tan exitoso que la compañía volvió a contratarla para la fiesta de fin de año. Desde ese momento en adelante, el trabajo no paró de golpear a la puerta de su casa.

"Una cosa llevó a la otra y crecí muchísimo. Luego me hice más conocida, y dejé de lado lo puramente recreativo y comencé a trabajar para otras cuentas: bebidas alcohólicas, bancos y seguros. Armaba ideas y se las vendía a grandes organizadores de eventos". En 2004 fue contratada por una gran compañía de eventos y su carrera continuó en ascenso.

"Trabajaba en algo que me divertía, era muy creativo, muy social, y encima ganaba muy bien. Impensado. Trabajaba 24 x 7 , en las reuniones con clientes, en reuniones de equipo, salía de noche para ver qué había de nuevo, supervisaba las promociones y estaba en todo lo que más podía estar. No quería perderme nada. Comía parada, rápido, no me fijaba la calidad de los alimentos que ingería. Es más, no tenía paciencia en absoluto para sentarme a comer. Dormía lo que podía. Y siempre estaba muy ansiosa, pensaba mucho todo. Tenía plan A, B, C, D, E, por si algo fallaba en los eventos . Además, no hacía nada de ejercicio".

Con sus padres en su Neuquén natal.

Sin embargo y a pesar de que era consciente de que llevaba una vida lejos de los hábitos saludables -curiosamente o no- todos los años se realizaba sus chequeos médicos de rutina. "Y apareció...

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