Comer a la provinciana. Los gustos culinarios del presidente que llevaba su fruta favorita en el bolsillo

"A la provinciana" se denomina la manera de presentar la mesa con todos los platos para comer en ella

El 2 de mayo de 1871, desde Arrecifes, el presidente le escribió a su hermana, Bienvenida Sarmiento, quien se hallaba en San Juan. Golpeaba la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires y Domingo Faustino le contó los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de alejarse de la ciudad. "La fiebre atacó a mi portero, mató a mi cochero, y enfermó y casi despobló la calle en que vivía". Luego de comentarle otros asuntos, y antes de despedirse, le advirtió: "Las uvas vinieron abominablemente acomodadas. Cuando quieran mandar, se acomodan los racimos sueltos en un cajón y se echa aserrín y se sacude el cajón suavemente para que el aserrín entre dentro del racimo, y rodee grano por grano, sin papel".

La buena comida y dos grandes cocineras para Sarmiento

Al temperamental sanjuanino le gustaba la buena comida y contaba con la asistencia de dos proveedoras de lujo, sus hermanas Bienvenida y Procesa. Por ese motivo, en Buenos Aires —regresó luego de unas semanas— disfrutaba de los ingredientes seleccionados por ellas en San Juan y Mendoza. Allí convivió con la menor de las Sarmiento, Rosario, y sus nietos.

"Te incluyo una fotografía reciente mía que muestra el grado de gordura alcanzado, disimulándose así las arrugas y demás deterioros de los años", le escribió a Bienvenida cuando había cumplido la mitad de su presidencia.

Leopoldo Lugones no conoció a Sarmiento en persona, pero tuvo la oportunidad de recrear la vida cotidiana del sanjuanino gracias a testimonios directos, como el del nieto Agustín Belín Sarmiento. En el comedor, Rosario ocupaba la cabecera y era la encargada de servir "a la provinciana". Esto significaba que se dejaban las fuentes con diversos platos en la mesa, y la vajilla ocupaba la cabecera opuesta. Lugones describió, a grandes rasgos, el menú en el hogar del expresidente: "La comida era criolla —es decir, sopa, carne, locro y otros guisados—, con pocas especialidades, salvo las gruesas aceitunas cuyanas preparadas conforme a la receta local, con cebolla y zumo de naranjas. Los pepinos predilectos y, una que otra vez, las espinosas truchas de Guanacache. Después, dulces de San Juan, a los que era muy afecto su sensualismo de viejo, y que solía convidar a sus tertulianos, con la copita de mistela habitual entonces en las provincias".

Uvas, higos, aceitunas y recetas favoritas de Sarmiento

Sarmiento fue cautivado por las...

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