Comenzó la transición en la Argentina

El joven profesor de Berkeley llegó puntual a su inesperada cita en Puerta de Hierro. Corría el año 1968, venía recomendado por un amigo común de Perón y de pronto le franqueaba el paso aquel desconocido llamado José López Rega. El profesor era ya un relevante politólogo de fama internacional y también se llamaba José, pero todo el mundo le decía Pepe. Lopecito condujo a Pepe Nun hasta el pequeño despacho con vista al jardín. El General lo recibió sonriente y obsequioso, y rápidamente intentó saber cuál era la ideología de su visitante. Como el profesor trabajaba en una universidad norteamericana, Perón le advirtió que había tenido problemas específicamente "con Braden y con algunos otros avivados", pero que él, en realidad, admiraba muchísimo a los Estados Unidos. En cuanto Nun comenzó a hablar, Perón advirtió que era un intelectual de izquierda, por lo que le mostró una foto dedicada de Mao y a continuación le ofreció un habano Montecristo traído de Cuba. Fumaron juntos varias horas, hablando sobre los efectos del capitalismo, y en un momento el líder justicialista le reveló su secreto para gobernar: "Es muy simple, yo hablaba a lo largo del día con siete u ocho personas. La gracia consistía en que no se dieran cuenta de que las estaba consultando. A la tardecita tenía en mi cabeza todas esas opiniones, y entonces yo tomaba la decisión".

El secreto develado resultaría un tanto obvio si no fuera porque su actual discípula se caracteriza precisamente por contradecir el modus operandi del gran maestro. Cristina Kirchner practica la endogamia y una reconocida soledad a la hora de resolver temas cruciales para los argentinos. Asuntos que únicamente consulta con tres o cuatro fieles incapaces de contradecirla, y que luego impone de manera inflexible a través de las obediencias debidas y las mayorías automáticas. Muchos de sus ministros se enteran de estas medidas por los diarios, y no existe el mínimo debate de fondo en el Frente para la Victoria, para cuyos dirigentes es indudable la infalibilidad papal de Cristina. Muchas cosas agonizan en la Argentina, y acaso una de ellas sea esta forma reconcentrada y personalísima de gobernar un país cada vez más vasto, complejo y heterogéneo. Tal vez la lección histórica que deje el polémico Memorando de Entendimiento no esté vinculada a los vaivenes judiciales de coyuntura ni al impacto global del caso, sino a la evidencia de cómo esa modalidad narcisista de resolver cuestiones graves de Estado...

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