Una comedia demasiado humana

Entre los varios libros que proyecté escribir, están los que no escribí porque ya los escribieron otros y los que no tendré nunca el ánimo de escribir. A la primera categoría pertenece, por ejemplo, Tumbas de poetas y pensadores, en el que Cees Nooteboom se adelantó a colonizar mi pasión por la visita a los cementerios. A la segunda -la de los libros que no escribiré por desidia o superstición- tengo que contar una antología que recupere las circunstancias y los pormenores de la muerte de algunos (sólo algunos) artistas.

A pesar de la defección, en un caso y en el otro me guiaba una misma convicción, un idéntico presupuesto: el de que la única mitología que nos fue dado legar a nuestros hijos es la de las vidas y las muertes de los artistas.

De todas esas muertes, ninguna hay que conmueva más que la de Honoré de Balzac. Antes que nada, una palabra sobre él: Balzac fue, bajo la forma de la ficción, lo que todo cronista periodístico habría querido ser: aquel que no sólo registró la historia (la suya, la de la Francia posterior a la Revolución), sino quien la contó de tal manera que la historia misma pasó a ser eso que él contó. No por nada, Karl Marx usaba sus novelas como referencia para sus análisis económicos. Claro que Marx -como en muchas otras cosas él mismo y sus epígonos marxistas- no entendió nada: Balzac era conservador, católico, monárquico y le tocó contar un mundo (el que él quería para sí mismo) que se desintegraba, y lo que importa no es sólo testimonio de lo que se desintegra, sino la tragedia de lo desintegrado.

Y hablando de tragedia, no hubo otra más sórdida que la de la muerte de Balzac. Permítanme aquí un breve desvío. En noviembre de 1907, el escritor Octave Mirbeau se disponía a publicar un libro singular: el relato, más bien caprichoso, de un viaje en auto: La 628-E8 era el título imprevisto. Entre toda clase de digresiones, había tres capítulos dedicados a Balzac: "Avec Balzac" ("Con Balzac"), "La femme de Balzac" ("La mujer de Balzac") y "La Mort de Balzac" ("La muerte de Balzac"). Esos capítulos no formaron finalmente parte de la edición original porque la hija de la mujer de Balzac prohibió el libro. Por fin, un...

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