El cocinero, el actor y el escritor

Faltando meses para las elecciones presidenciales, acercándose el plazo para inscribir las candidaturas, un cocinero, un actor y un escritor se preguntan si deben postular a la presidencia de la nación.

El cocinero es dueño de varios restaurantes en su país y el extranjero. Es inmensamente talentoso, un artista de la cocina. Estudió en París, se casó con una alemana encantadora, volvió a su país en los años aciagos de la violencia y abrió un restaurante de cocina francesa. Pronto descubrió que sus comensales preferían platos de cocina autóctona. Le ha ido tan bien que es un hombre rico. Podría retirarse. No lo hará. Le apasiona ser un cocinero creativo, innovador. Las decenas de personas que trabajan para él lo adoran. Es un hombre bueno, generoso.

El padre del cocinero fue senador de la república y ministro de Estado. Desde niño, el cocinero conoció a los grandes políticos de su país. Ahora los líderes del partido de su padre le piden que se postule a la presidencia. Lo consideran imbatible. Es relativamente joven, en sus cincuentas, es carismático, es querido por la gente del pueblo, es un candidato perfecto, o así lo parece. El cocinero se lo piensa, lo consulta con su esposa, sus amigos. Ellos le dicen: no te apures, no te precipites.

El cocinero razona: Yo cocino para la gente de izquierda, de derecha, de centro. Yo cocino para los liberales, los conservadores, los socialdemócratas, los socialistas, los comunistas. Yo cocino para los del partido de mi padre y los de otros partidos. Nunca le pregunto a un cliente, un comensal: ¿Usted de qué partido es, de qué tendencia política es? Nunca le pregunto: ¿usted por quién piensa votar? Mi obligación como cocinero es atender bien a todos por igual, independientemente de sus posiciones o posturas políticas. El cocinero cocina para todos. El estómago no tiene ideología. Pero, si el cocinero se mete en política, y se inscribe como candidato, se verá obligado a definirse políticamente, a tomar partido por tales o cuales ideas, a elegir sus trincheras. Si se pronuncia, si revela sus convicciones, de inmediato ganará enemigos. Por consiguiente, perderá clientes, comensales. No pocos dirán: como me disgustan las ideas políticas del cocinero, entonces dejaré de ir a sus restaurantes. Por eso sus amigos le dicen al cocinero: si eres candidato, y si ganas la presidencia, tus negocios como cocinero sufrirán un perjuicio no menor.

Ya el cocinero ha podido sentir las críticas virulentas por decir, hace...

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