Sin los clisés de la orquesta típica, en la búsqueda de una nueva sonoridad

El contrabajista Juan Pablo Navarro participa en proyectos musicales muy diferentes: grupos de tango, de jazz y de chamamé, y en orquestas sinfónicas. Sin escuchar sus propias composiciones es difícil saber cuál es la música con la que más identificado se siente. Su preferencia es el tango, al menos por estos tiempos. De eso se trata Pa El Agus y El Uli, el disco que publicó el año pasado. Y para doblar la apuesta a lo que ya es un desafío (tocar obras propias) decidió ponerse al frente de una orquesta típica.

Durante 2015 paseó el repertorio del CD por varias salas porteñas y el último viernes lo interpretó en el marco del segundo y excelente encuentro de formación y conciertos Tango para Músicos, que se realizó hasta anteanoche en el Centro Cultural Haroldo Conti. Además del público que visitó esta especie de festival que tuvo a varios grupos y orquestas durante las últimas noches, Navarro puso a prueba su proyecto frente a los oídos de colegas y de alumnos que, con más o menos experiencia, andan por los caminos del tango.

El trabajo es lo suficientemente sólido para soportar el reemplazo repentino de varios músicos, lo que en el tango se conoce como "mandar cambio" (si al instrumentista de varias orquestas se le superponen dos actuaciones, le pide a un colega que lo reemplace en una de ellas). Y esto sucedió, nada menos que con instrumentistas que, por el lugar que ocupan dentro del proyecto, no son tan fáciles de reemplazar (el pianista, el clarinetista, uno de los dos bandoneonistas y la violista).

A pesar de los cambios, la orquesta de Navarro sonó muy bien. Tarea nada simple si se tiene en cuenta...

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