En un clima conflictivo, Brasil hace su gran prueba educativa

RÍO DE JANEIRO.- Una vez más, Brasil montará este fin de semana un gigantesco operativo militar para garantizar la seguridad durante la aplicación del Examen Nacional de Enseñanza Media (ENEM), cuyos resultados determinarán el acceso de los estudiantes a las universidades públicas en el país y a programas federales de becas en casas de estudio privadas, tanto aquí como en el exterior. Pero este año, las pruebas del sábado y domingo se darán en un clima casi de guerra, con más de 800 escuelas tomadas por alumnos que rechazan la reforma de la educación secundaria presentada por el nuevo gobierno del presidente Michel Temer y el congelamiento de gastos públicos.

El Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (INEP, por sus siglas en portugués), autarquía vinculada con el Ministerio de Educación encargada de organizar el examen, calcula que del total de 8,6 millones de inscriptos unos 191.000 no podrán hacerlo por las protestas en colegios donde se realizarían los tests. Para los afectados, las pruebas se harán el 4 y 5 de diciembre.

"Es una lástima que haya sectores radicales ligados a la izquierda y a los sindicatos de profesores que manipulen a los alumnos así para defender sus intereses políticos. Son estos grupos, encabezados por el Partido de los Trabajadores (PT), que en los últimos años llevaron al país a la quiebra y no permitieron la modernización del sistema educativo pese a que se aumentó muchísimo la inversión en el área", dijo a LA NACION José Mendonça Filho, ministro de Educación del gobierno que asumió sus funciones tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.

Según el funcionario, el presupuesto de Educación pasó de R$ 42.000 millones en 2003 a cerca de R$ 130.000 millones actuales, aunque los recursos se "malgastaron". No hubo acompañamiento ni monitoreo de las iniciativas y faltó una política de perfeccionamiento para los maestros. "El resultado fue decepcionante, y el lema «Patria educadora» del último gobierno fue más una estrategia de marketing que una mejora del sistema educativo", afirmó Mendonça Filho.

Ni bien asumió el comando del Palacio del Planalto, el presidente Temer decretó una reforma estructural de la educación secundaria que prevé una base curricular común de tres años y luego varias opciones de profundización por distintas áreas de interés, el aumento de la carga horaria para los alumnos, y el constante perfeccionamiento de los maestros. El proyecto encontró gran resistencia.

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