Clientelismo en el Norte: un paseo por la feria del extravagante proselitismo tucumano

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-Es hermoso? Gracias.

Fiorella Medina se acaba de probar el vestido, recién terminado, para su fiesta de 15. Es rosa, con apliques que brillan y una pollera enorme, como de princesa, cubierta por un tul negro con dos flores, también rosas, a un lado. Contesta bajito, con las manos entrelazadas sobre su cintura. Se mueve en el lugar con una leve cadencia y su pollera la sigue. Está encantada.

Se lo regaló Rolando Alfaro, el legislador, "el Tano", que sabe bien que Fiorella le va a decir que sí, que le gustó. El número se repite con otras cinco quinceañeras en el piso de arriba del taller que Alfaro y su mujer, también legisladora, montaron en la esquina de su casa, un galpón donde trabajan 25 costureras que cobran sueldos de la Legislatura de Tucumán. Las madres de las chicas estuvieron esperando afuera y ahora las miran emocionadas. Adornan el galpón una foto de "el Tano" con un Néstor Kirchner joven (es de su primera presidencia); una bandera argentina colgada sobre una cortina de tela negra y una imagen de un Cristo rodeado por un halo de luz.

Legislador por tres períodos consecutivos, "el Tano" es candidato a concejal de San Miguel. Las elecciones son mañana y el vértigo de las horas finales se respira fuerte en la ciudad. José Alperovich ya no puede ser reelegido y el kirchnerismo lleva como candidato a gobernador a Juan Manzur, que enfrenta al radical José Cano, apoyado por Macri y una parte del peronismo que hasta hace poco era "alperovichista". Eso le agrega una dosis de ardor fratricida a la pelea.

En las PASO, el kirchnerismo ganó por más de 30 puntos. Pero en Tucumán las verdaderas elecciones son éstas. Ahora, cada postulante a legislador y a concejal se juega la vida. Con el sistema de "acoples", toda cuadra tiene su candidato (hay uno cada 44 electores). Por eso, la campaña se volvió muy personal. Es cara a cara. Para el que quiera pelear, llegó el momento de darlo todo -en el sentido más literal-. El votante que espere sobriedad no debería hacerlo en esta ciudad en estas elecciones.

Una recorrida por Tucumán en las horas finales de la campaña es un paseo por una feria extravagante de buscadores de votos. Como en una kermés, hay regalos, premios, promesas y trucos.

El momento cúlmine es, por supuesto, el domingo. La rutina es siempre la misma: los dirigentes contratan "movilizadores" que consiguen gente para llevar a votar, alquilan vehículos -carísimos este fin de semana- y se ocupan de que, de vuelta en su casa, el buen votante reciba un "bolsón" que tiene seguro harina, azúcar y aceite, y además, lo que permita el bolsillo del candidato y exija la sofisticación del elector.

Todo lo que la política entrega en estos tiempos lo exhibe el candidato como un presente a título personal.

El taller del Tano es un ejemplo en modelo industrial. Además de los vestidos, sus costureras hacen camisetas de fútbol y hasta ropa para perros. Cada prenda lleva impreso, en el frente, el nombre de "el Tano". "Todo...

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