Clientelismo en El Impenetrable: inmersión electoral en la selva de los suplicantes

EL SAUZALITO, Chaco.- De la oscuridad de la noche irrumpe corriendo un grupo de chicos y se apiña al pie de un poste de madera del que cuelga una lamparita lánguida. Cuatro hombres fornidos acaban de sacar de las brasas dos ollas rebosantes de guiso de fideos y de apoyarlas sobre la tierra, justo debajo del haz de luz. Los mayores se ubican atrás, en la cola. Llevan platos, vasijas, ensaladeras, jarras de jugo, tuppers de varios colores, botellas de plástico cortadas por la mitad: cualquier recipiente sirve, para comer en el lugar o para llevar la comida a casa. Dos parlantes emiten, saturados de volumen, una versión casi irreconocible de la marcha peronista: está cantada en wichi. A metros de la selva, en este rincón de El Impenetrable, hay clima de fiesta. En El Sauzalito, esta noche hay "olla".

Cuando falta una semana para las elecciones provinciales, las reuniones nocturnas marcan el ritmo de la campaña en este recoveco olvidado de la Argentina. Los dirigentes locales, peronistas y radicales, aborígenes y criollos, reconocen que la "olla" es la única actividad que logra convocar a un buen número de pobladores, unos 3000 en la localidad, en su mayoría wichi. Es una costumbre muy arraigada en la zona, tierra prolífica en caciques y pastores evangélicos. Es también el símbolo de una campaña atravesada por el hambre y las promesas de un futuro que nunca llega. La disputa es preideológica: en un pueblo sin recursos propios ni fuentes de trabajo, donde las relaciones personales pesan más que cualquier pertenencia partidaria, el mejor candidato es el que se compromete a dar respuesta a los reclamos puntuales de cada familia, una casa, una pensión, medicamentos, lo que sea.

Habitado por unas 60.000 personas, El Impenetrable es una selva de 4 millones de hectáreas de bosques nativos. Desde la ruta de tierra que conduce a El Sauzalito no se ve más de diez metros hacia los costados. Se interpone una barrera de matas, arbustos, cactus y árboles bajos, de copas austeras y amarronadas. Sin agua potable, gas de red ni cloacas, esta localidad es un territorio de suplicantes, personas muy religiosas que pasan buena parte de sus días pidiendo a las autoridades, en el cielo y en la tierra, el fin de sus penurias. Esas que tuvieron esta semana su cara más siniestra, con la muerte por desnutrición de Oscar Sánchez, el niño qom de Fortín Lavalle, en la entrada de El Impenetrable.

La última de las seis localidades que se suceden como claros en medio de esta selva, El Sauzalito es también una sociedad de...

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