Claras voces entre tinieblas

Una tradición perdida puede ser recuperada en nuestros días por evocación, historicismo o curiosidad de hurgar en ciertas raíces. En realidad, las tradiciones no se pierden del todo. Se transforman o permanecen, discretamente, a través de algunos pocos elementos. Y son esos elementos los que sirven para volver a ponerlas "en valor".El Oficio de las Tinieblas es un momento de oración cristiana, en especial de la época pascual, del que se conserva, por ejemplo, la simbología de los cirios, y se transforma con el paso del tiempo.El concierto de Susanna Moncayo y Graciela Oddone que el último miércoles se realizó en la Catedral Anglicana San Juan Bautista, con los tres nocturnos de Couperín Leçons de ténèbres, fue un espectáculo musical, pero también una evocación de esta costumbre religiosa. ¿Por qué? Porque, entre los músicos y el público había quince velas encendidas (en referencia al candelabro tenebrario que representa a Jesús, las tres Marías y los apóstoles) que se fueron apagando de a una a medida que avanzaba el concierto. La tradición (siempre variante) dice que al principio de esta historia, en el siglo VIII, la oración era de madrugada, por eso las velas se apagaban a medida que la luz del amanecer se hacía presente. Luego, como la oración se hacía casi al anochecer, las velas se apagaban para quedar en las tinieblas de la vísperas de la muerte y resurrección.Según explica uno de los protagonistas de la noche, el laudista Igor Herzog, la obra de Couperin está compuesta sobre...

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