Clara Obligado: el estigma de sentirse extranjera, aquí y allá

Clara Obligado

A poco de iniciado el relato, la narradora da cuenta de que "una mañana entró Missis Tanasescu en nuestras vidas". Era una nurse extranjera, de quien, unos párrafos más adelante, se dirá: "Sabía contar historias". Lo cuenta Clara Obligado, la misma que años más tarde se alzaría con el Premio Femenino Lumen por su novela La hija de Marx y se erigiría en referente insoslayable de la literatura castellana. Hoy es maestra, precisamente, en el arte de "contar historias". En pugna, eso sí, con la lengua: "Por entonces [ en la infancia ] el castellano era uno solo, manso y propio como un gato". Después no: en 1976, ya radicada en España, advertiría que hay más de un castellano.

En clave autobiográfica, esos son algunos de los tópicos de Una casa lejos de casa (EME Editorial, La Plata), el libro que Clara Obligado (1950) presentó el último sábado en DAIN y cuyo diseño editorial luce con visos de franca vanguardia. La visita a Buenos Aires de la autora de La casa de agua , de tradición familiar literaria (Rafael, el poeta del Santos Vega , es un antepasado suyo), afincada desde hace 45 años en Madrid, presentará, también, una selección de cuentos, Construcción en abismo , que Eudeba lanzará esta tarde en su sede editorial.

"Cuando me fui [ al exilio ] en 1976 pensé, sí, que volvería -recapitula-, pero ‘volver’ no significa volver del todo: al regreso, ya sos una persona que cambió. Así, en el enunciado "una casa lejos de casa" el vocablo casa no significa las dos veces lo mismo"...

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