Cirugía mayor a los machetazos

No se le puede negar a Axel Kicillof, académico respetado, la virtud de la franqueza. Pudo constatarlo el año pasado un pequeño grupo de inversores del exterior que se había abroquelado en oficinas del Banco Mariva para escuchar su pensamiento. Ese día, el viceministro de Economía se explayó como si estuviera en su hábitat universitario. Y se fue por las ramas: cuando se adentró en su tema preferido, el marxismo, expuso que una de las razones de la caída de la Unión Soviética había sido que, entonces, ese imperio carecía del sistema de acceso a la información que tienen hoy los gobiernos. "Ellos no tenían las planillas de Excel con que contamos nosotros y la AFIP", se entusiasmó.Será, seguramente, tema para la cátedra que Kicillof pretende conducir próximamente en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Historia del Pensamiento Económico, y para la que concursó el 20 de diciembre pasado ante tres profesores. Desde el jurado, que aún no se expidió, le preguntaron si estaría en condiciones de ocuparse personalmente de las clases, a lo que contestó lo obvio: no lo hará él sino sus ayudantes, dada su condición de funcionario multitareas.El economista Ezequiel Burgo, autor del libro El creyente: ¿quién es Axel Kicillof? , escribió al día siguiente en el diario Clarín que la exposición del evaluado había durado media hora, mientras caminaba de un lado al otro entre el escritorio y el pizarrón. También que el jurado no le era ideológicamente afín: Jorge Streb, de la Universidad del CEMA; Eduardo Scarano, de la UBA, y Eduardo Crespo, del IAE, la escuela de negocios de la Universidad Austral.¿Quién duda de que se trata de un convencido? Horas después del escrache que sufrió en febrero en el Buquebus, desde el Gobierno se instruyó a la AFIP poner el ojo sobre la lista de pasajeros de ese barco que venía de Uruguay. Kicillof se encargó además de tranquilizar a algunos de ellos: los llamó y los notificó de la decisión que ya estaba en manos del organismo que conduce Ricardo Echegaray, pero les avisó que estarían exceptuados de ese pequeño homenaje a la URSS.Lo que en el viceministro de Economía podría ser pasión académica, en Guillermo Moreno es liturgia o nostalgia del primer peronismo. Ríos separados que llevan al mismo puerto: la necesidad de una fuerte intervención en la economía. En eso trabajan ambos.No siempre sale bien. Ni siquiera los avances más rimbombantes y patrióticos sobre el mundo de los negocios. Aerolíneas Argentinas, por ejemplo, no podría todavía...

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