El cinismo de fin de ciclo

A medida que los nuevos funcionarios toman mayor contacto con la información de la situación que recibirán, advierten que más que una herencia están frente a una trampa. A este extremo se ha llegado como consecuencia de arrastrar los excesos y las distorsiones de una ideologizada y deficiente gestión y del empeño de llegar a comicios sin que se evidencien sus consecuencias. Tras reunirse con el gobernador Daniel Scioli, su sucesora, María Eugenia Vidal, descubre que no hay fondos para pagar aguinaldos y sueldos de diciembre. Seguramente, su alarma crecerá cuando reciba un inventario de los retrasos de pagos, el deterioro de la infraestructura y la postergación de obras imprescindibles. En este marco de quebranto fiscal ya se ha hecho oír el reclamo docente por un aumento salarial del 40%. Hay una enorme distancia entre este cuadro angustioso de la gestión que termina y los autoelogios del candidato Scioli que la ciudadanía debió soportar durante la campaña.

No son menos sorprendentes las noticias que aparecen en el orden nacional. El falseamiento de las estadísticas o su omisión determinan que a sólo días de la transmisión del mando a Mauricio Macri le sea a éste extremadamente difícil programar las medidas y políticas de su futura gestión. La criticidad fiscal no es exclusiva de la provincia de Buenos Aires. Abarca a gran parte de las gobernaciones y municipios del país, pero más notablemente al gobierno nacional. Sus gastos han evolucionado a un ritmo mayor que los ingresos evitándose cualquier medida de ajuste que pudiera afectar la campaña electoral. La planta de empleados públicos siguió creciendo. No sólo se incrementó el gasto, sino también su irreversibilidad. En los últimos meses se evitó ajustar las tarifas eléctricas y de transporte y, por lo tanto, los subsidios debieron crecer junto con los costos de esos servicios. Diciembre se presenta crítico al acelerarse el gasto en los últimos días, desbordando cualquier limitación presupuestaria previa. El ejercicio fiscal que se iniciará en enero tendría que constreñirse a una ley de presupuesto con hipótesis que ya se saben incumplibles. Su modificación debería ser tratada por el Congreso en forma inmediata si se quisiera evitar un decreto de necesidad y urgencia.

El Banco Central es otra Caja de Pandora. Si se le aplicaran las normas que la propia entidad exige a los bancos del sistema, hace ya mucho tiempo que debería haberse autoliquidado. Las reservas son insuficientes para cumplir...

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