El cierre de un ciclo histórico en el periodismo argentino

Un mensaje enviado a las 15.18 llegó a mi celular: "Claudio: falleció Maxi Gainza". Lo firmaba quien había sido su médico, Juan Antonio Mazzei.Como estaba al tanto de la proximidad del desenlace, la emoción natural por la muerte del amigo se superpuso, en el mismo momento de conocerla, con la reflexión profesional de lo que eso significaba desde la perspectiva de este diario: quedaba clausurado, en cuanto a las relaciones humanas, un ciclo que se remonta a 1870, cuando LA NACION, fundada por Mitre, comenzó una larga competencia con La Prensa. Se involucrarían así varias generaciones de periodistas en la lucha diaria por el sitial de mayor relevancia entre los diarios argentinos.Desde 1869, en que apareció La Prensa, hubo otros periódicos nacionales de alta jerarquía e indiscutible raigambre popular. Ninguno, sin embargo, pujó con LA NACION por tanto tiempo como el que José C. Paz, su primer director, cerró un día de 1874 para ponerse, "en el terreno de los hechos", al servicio de la revolución que Mitre había encabezado en nombre de la pureza del sufragio. La revolución fracasó y un consejo de guerra condenó a Mitre, por seis votos sobre ocho, a la pena de muerte, que perdonó el presidente Nicolás Avellaneda.Sobraban, pues, los elementos, hasta por raíces históricas comunes, para vincular como pares a dos diarios que profesaban por igual el ideario liberal, con más dogmatismo aun en La Prensa, es cierto, pero cuyos estilos diferían de modo tan categórico para expresarlo, que se traducía en un tipo de rivalidad que ha sido irrepetible.Seca en el lenguaje, como si Azorín, o su maestro Gabriel Miró, la hubieran escrito desde la primera a la última página. Sin concesión alguna en las crónicas a contenidos subjetivos, que los volcaba con exclusividad en el rotundo aplomo del do de pecho cotidiano de su opinión editorial, La Prensa de los Paz se erguía en un dechado de austeridad periodística. Se podría igualar el empeño feroz que puso en sus mejores épocas por la objetividad y reconstrucción exacta de los hechos de que informaba; haberle pedido más a su gente habría sido inhumano.Puede asombrar hoy, desde luego, que con esa severidad consigo misma, como si el calvinismo se hubiera encarnado en imprenta, La Prensa alcanzara tiradas descomunales, que en la primera parte del siglo XX superaban a LA NACION en la relación de tres a uno. Cómo podría, entonces, comprender el fenómeno de inmensa popularidad de La Prensa, un terráqueo adiestrado en la escuela de...

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