Cepo al salario: cómo salir del enredo de Ganancias

Es posible hoy en la Argentina que alguien cobre un salario mensual de 100.000 pesos y que no pague un centavo de impuesto a las ganancias. Y es también posible que ese ejecutivo tenga a su cargo a empleados que, con un sueldo equivalente a un tercio del suyo, no sólo tributen, sino que lo hagan con la alícuota más elevada, la que en su momento previó la ley para los bolsillos más favorecidos. El decreto 1242 que la presidenta Cristina Kirchner firmó en 2013 -y que derivó en que puedan darse esas y otras situaciones de desigualdad en el trato impositivo- fue una de las decisiones políticas que, por acción u omisión, determinaron que tras casi 14 años con inflación y reacomodamientos salariales, el impuesto a las ganancias que pesa sobre los ingresos personales termine el ciclo kirchnerista no sólo desactualizado, sino también con sus principios de equidad y progresividad seriamente dañados.

Referentes de los tres principales candidatos a presidente de la Nación coinciden en que una reforma es necesaria y urgente; dicen que corregir las distorsiones es la cuestión prioritaria; sostienen que deberían fijarse mecanismos de actualización en base a algún parámetro, y prometen mejorar la situación de los autónomos, que pagan a partir de ingresos mucho más bajos que los asalariados y jubilados.

La desactualización del esquema queda reflejada en el incremento del porcentaje que representa el descuento impositivo en salarios que no mejoraron en términos de poder adquisitivo. Según un estudio elaborado por el Ieral, un empleado que en 2013 tuvo un sueldo promedio mensual de $ 18.500, y este año uno de $ 31.700 (el ejercicio de comparación se hizo en base a ingresos de valor real equivalente), el descuento efectivo para el aporte al fisco fue dos años atrás de 7,6% de la remuneración bruta, en tanto que este año será de 13,8 por ciento.

En 2001, un salario que alcanzaba para lo mismo que hoy sirven $ 31.700 contribuía con un 3,7%, porcentaje que llegó a duplicarse hacia 2005, para caer luego hasta 2,7% en 2008 por efecto de una medida que alivió las cargas, y para volver a trepar después hasta este año, en que el impuesto se habría llevado un 16,6% del ingreso de no ser por la resolución anunciada en mayo pasado. Si se supone para este año un ajuste salarial de 30%, resulta que esta última medida -que enredó aún más el esquema al crear diferentes bases de cálculo para 12 grupos de trabajadores- no logra impedir que la carga sobre los ingresos...

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