La centroderecha sudamericana se reinventa para acercarse al poder

Reinventada para no perecer, para recuperar protagonismo, incluso para triunfar y volver. Así se presentan, con mayor o menor éxito, las fuerzas de centroderecha en , y Bolivia, en donde más de 150 millones de personas están llamadas el mes próximo a las urnas para renovar a sus respectivos mandatarios.Con un discurso mucho más social que en el pasado, las formaciones conservadoras atraviesan un proceso de recomposición y, gracias a cierto clima de decepción y desgaste tras años de gobiernos progresistas o populares de izquierda, comienzan a encontrar estrategias más viables para volver a disputar el poder en sus respectivos países.Lejos de identificarse como una contrarrevolución social, incluso de reconocerse abiertamente como de derecha, las fuerzas conservadoras se muestran hoy más abiertas al diálogo y a la unidad, reconocen algunos de los avances sociales de los gobiernos actuales y atacan aspectos puntuales de los líderes de turno.Desde la oposición, existe más bien "una fuerte crítica a lo que no se hizo durante los años de la bonanza económica -inversión en infraestructura, educación, salud- y a los casos de corrupción", dice a LA NACION Ricardo López Göttig, del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América latina (Cadal), para quien, actualmente, se destacan "aproximaciones más pragmáticas y menos ideológicas a la solución de los problemas".Ese lenguaje apolítico es el que caracteriza al fenómeno del momento en Brasil, la candidata Marina Silva, que tras la muerte de Eduardo Campos en un accidente aéreo se transformó en la imprevista esperanza de la oposición brasileña para las elecciones del 5 de octubre.Si bien el candidato natural de las fuerzas conservadoras era Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña, al ver que las encuestas no lo favorecían -cosecharía menos del 20% de los votos-, algunos sectores de derecha movieron sus fichas hacia Silva, una líder marcada de contradicciones.Lejos de su paso juvenil por el troskismo y su sindicalismo amazónico en los años 80 junto al campesino asesinado Chico Mendes, Silva presentó un programa electoral de gobierno con tintes conservadores, que se asemeja al de Neves: defiende una agenda centrada en la autonomía del Banco Central, el realineamiento con Estados Unidos, el ajuste fiscal y, sobre todo, la flexibilización de la legislación laboral.Ese programa le valió el apoyo de banqueros y empresarios, a los que dejó aún más tranquilos en su primer debate televisado, al señalar...

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