Un centenario para celebrar

E l Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, una de las instituciones de mayor prestancia del país, cumplió cien años. Los motivos por los cuales este diario se asocia a la celebración central, que tendrá lugar esta noche, se remontan al acto mismo de fundación. Allí se apuntó a jerarquizar la profesión de quienes asumen la defensa y el amparo de los intereses que se les confían, debiéndolo hacer con sentimientos de responsabilidad moral y un rigor destinado a dejar a salvo el decoro con el que actúan.Entre los abogados que en 1913 se decidieron a reasumir la obra discontinuada del colegio que había presidido en 1857 Eduardo Acevedo, figuraron personalidades notables de la época: Osvaldo Magnasco, Tomás Le Breton, Juan José Díaz Arana, José María Rosa, Alfredo L. Palacios, Federico Pinedo, Vicente Gallo y Horacio Beccar Varela, entre otros. Algunos de ellos tenían contraídos compromisos políticos definidos, desde los del socialismo y de la democracia progresista hasta los del radicalismo y el conservadorismo, pero todos ellos se encontraban animados por la voluntad de agotar los medios de servir mejor al país. Se trataba en este caso de asociarse a una institución que inculcara principios de conducta ejemplar en la actividad y el magisterio profesional. Sobre esos hombres aún se prolongaba en aquellos años el recuerdo de otro abogado, tan vinculado con el anterior colegio, que en un desempeño excepcional había entregado la vida misma en solidaridad activa con los vecinos de la ciudad asediados por la devastadora epidemia de fiebre amarilla de 1871, José Roque Pérez.El nombre de Norberto Piñero, primer presidente del Colegio, es otra constancia de los intereses superiores que encarnaron el nacimiento de la flamante institución, que durante años ocupó para sus actividades un espacio en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, espacio natural de la Corte Suprema de Justicia de la Nación hasta el presente. En ese lugar realizaba el Colegio actividades culturales, a las que puso fin, en 1948, un reclamo a tono con la politización del Poder Judicial, expresado en el juicio político que, por inspiración del Poder Ejecutivo, se había entablado un año antes contra la mayoría de los magistrados del más alto tribunal.Siempre consideró el Colegio un deber ineludible de los abogados aceptar el nombramiento de oficio y defensa de pobres –siendo su consultorio jurídico establecido en 1915 el más antiguo del país–, además de actuar con respeto por los...

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