La caza indiscriminada de likes y de clics

Lo escribí hace un tiempo en mi libreta: "Evitar que las satisfacciones propias dependan del reconocimiento ajeno". Cosa rara, no anoté de dónde tomé la frase. Pudo haber sido de un diario que hojeaba al pasar. Tal vez de una entrevista a algún escritor. No fue un pensamiento mío, aunque lo firmaría sin dudar. Quien logre seguir aunque sea en parte esta premisa, sospecho, tiene asegurada una cuota de felicidad. Y de libertad. Porque nos hemos acostumbrado a buscar el reconocimiento desde la cuna. Y sea mucho o poco el que obtengamos, nunca es suficiente. Siempre vamos por más.Esta necesidad de ser reconocidos ha de ser, imagino, una disposición ligada a la condición social del hombre. Primero se desarrolla en la familia. De chicos, la mirada de nuestros padres es la medida de todas las cosas, incluida nuestra propia persona. Confirmamos nuestra existencia cuando nos vemos reflejados en sus ojos. En consecuencia, muy pronto actuamos para ganar la aprobación paterna. En esa edad temprana en la que el mundo se reduce a las dimensiones del hogar, obtenerla proporciona un sentimiento bastante parecido a la plenitud.Es probable que este dispositivo ayude a templar la personalidad y la seguridad en uno mismo. Sin embargo, al mismo tiempo alimenta una dependencia de la que, más tarde o más temprano, buscaremos liberarnos en una lucha a menudo dolorosa. Primero, porque en ocasiones supone oponerse a aquellos a los que estamos acostumbrados a complacer. Y luego porque otras veces no resulta sencillo discriminar cuándo estamos actuando según las expectativas ajenas o de acuerdo a nuestro propio deseo. Esta sensación puede resultar paralizante. De joven, viví en ese limbo un par de años. Fue la única etapa de mi vida en la que acudí a la consulta de un psicólogo. En mi caso, no fue de gran ayuda. Quizá no perseveré lo suficiente. Fue la vida en su flujo la que se encargó de ir haciendo encajar los tantos.Madurar, de algún modo, es encontrarse con el propio deseo y asumirlo de modo responsable y comprometido. Pero presumo que esta tensión entre la búsqueda del reconocimiento de los demás y la fidelidad a las propias pulsiones nunca se resuelve del todo. Refleja de algún modo el comercio complicado entre nuestra dimensión social y nuestra esfera personal o íntima, ecuación que cada cual resuelve a su modo y con mayor o menor grado de equilibrio.¿A quién no le gusta que lo...

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