Cátedra de estilo

Las recientes elecciones francesas, que impidieron a la extrema derecha llegar al poder, fascinaron a medio mundo. No sólo porque Emmanuel Macron es un joven brillante que, a los 39 años, se convirtió en el presidente más joven de la república (superando por un año a Napoleón III), porque careció de partido político hasta no hace mucho y porque se consagró en el primer intento. Su historia está llena de "singularidades", pero la más llamativa es su amor por Brigitte Trogneux, la profesora de francés, madre de tres chicos y abuela de siete que es su mujer.

Es innecesario repetir aquí los detalles de esta historia, ampliamente difundidos en las últimas semanas: el coup de foudre de la adolescencia, la profecía (¿o insólita determinación?) del estudiante de 17 años que le anunció a su profesora de lengua con hijos casi de su misma edad que se casaría con ella, el matrimonio que ya lleva más de una década... Todo esto vaya y pase. Lo que realmente tiene desconcertados hasta a los más desprejuiciados es la feliz y estable relación entre ese político apuesto y exitoso y la dama que atravesó la barrera de los sesenta, se muestra con toda naturalidad y no se esconde de los flashes.

Curiosamente, cuando la situación se da a la inversa, no molesta. Donald Trump y su mujer, Melania, que decora sus presentaciones públicas, tienen más o menos la misma diferencia de edad, pero no generan sobresaltos. Sin entrar en detalles ni aludir a los numerosos ejemplos locales, son muchos los señores maduros que hacen pareja con jovencitas (especialmente dentro de ciertos ambientes); sin embargo, los casos en los que ellas son mayores todavía se cuentan con los dedos de las manos. Y cuando ocurre, la sociedad biempensante todavía arquea una ceja. O las dos.

Aunque hoy para ambos géneros los signos de la incipiente vejez se toman como si representaran una falla del carácter (ya lo dice la sabiduría popular: el rostro es el espejo del alma), el pavor de perder la juventud viene de lejos y llevó a prácticas arriesgadas. Se cuenta que, para mantenerse lozanos, los egipcios ayunaban y tomaban purgantes periódicamente, y que intentaban...

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