Catalejo

De seguro el señor Ricardo Etchegaray, titular de la AFIP durante el último gobierno kirchnerista, habrá disfrutado en su infancia de los encantamientos de taumaturgos e ilusionistas. Algo del noble oficio de esos hechiceros le permitió, en el crepúsculo del poder cristinista, conseguir que los jueces exorcizaran de súbito tres causas judiciales en las que se lo acusaba: de proteger a Lázaro Báez, extorsionar con inspecciones a Ricardo Lorenzetti y divulgar secretos fiscales de Francisco de Narváez. La apresurada limpieza de su foja de servicios en la administración pública le permitió entonces ser nombrado en la Auditoría General de la Nación, cargo que ocupó durante el gobierno de Macri hasta que debió resignarlo, enmarañado por otras causas judiciales y libre de manos gracias a...

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