El castillo de naipes

AutorArmando Tejada Gómez

Era ladrón y bello. Nos ponía las cartas de trampear sobre la mesa. Se podía apostar. Si uno quería le jugaba jugando la inocencia. Pero el nos advertía. Preguntaba si estábamos seguros, si la apuesta no haría daño a nadie y si podíamos pagar nuestra inconciencia.

Nosotros, ese pueblo presumido, amarillo de trigo, harto de vides, petroleros a ciencia y a conciencia creíamos aún que bien valía tirar canas al aire, usar el crédito a cuenta de los pobres que pagaban con su trabajo nuestro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR