Cartas de los lectores

El rol de los padres

Estoy en desacuerdo con el señor ministro de Justicia, Germán Garavano, cuando dice que todos somos "victimas". Con total descaro, afirmó: "Víctimas somos todos: el delincuente en primer lugar, el mé-dico atacado y la sociedad toda".

Le hago saber, como ciudadana argentina, que las únicas víctimas somos aquellos a los que se nos ataca en nuestra propia casa, los que todas las mañanas nos levantamos a trabajar, tenemos una familia y que deseamos el bien de los demás. Creo que debemos dejar de decir incongruencias, que, obviamente, en boca de un ministro son mucho más graves.¿Qué han hecho los padres del delincuente? En la actualidad, estos padres saben que el Estado se hará cargo y que habrá penalistas que por interés propio los protejerán. Es hora de que eso cambie. Escuchar la manera en que los familiares de los delincuentes los defienden nos muestra claramente que la falla está en los padres. Ellos son los primeros responsables. Dejemos de hacer demagogia. Hay muchos casos de chicos con infancias duras que han podido salir adelante gracias a que sus progenitores, a pesar de sus penurias, han estado con ellos, protegiéndolos.

Espero que empecemos a cambiar en esto también. Cada padre debe hacerse responsable de sus hijos, y si no lo hace, deberíamos hacérselo saber.

Patricia Connolly

DNI 5.333.461

Pueblos originarios

En los últimos meses han aparecido en esta sección varias cartas acerca de los pueblos originarios. Sin querer minimizar abusos y atropellos hago las siguientes reflexiones: Con frecuencia su utiliza la palabra genocidio. La RAE afirma que es el exterminio o eliminación de un grupo social. Esto es, a simple vista, falso: desde México hasta el Río de la Plata la población es significativamente mestiza; aún en la actualidad, después de los cuantiosos aportes inmigratorios europeos y asiáticos. La cifra de 50 millones de aborígenes existentes a la llegada de los europeos es indemostrable teniendo en cuenta los estudios realizados acerca de la producción de la tierra.

Quería recordarle a quienes niegan los aportes de la evangelización y exigen y demandan por sus derechos, que no lo están haciendo ni en su lengua, ni dentro de su cosmovisión. En las culturas prehispánicas no existían los derechos humanos, ni la igualdad de varones y mujeres ni la dignidad de las personas como seres únicos e irrepetibles. Ahora, sí pueden hacerlo porque hace más de cinco siglos los misioneros les inculcaron el valor intrínseco...

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