Cartas de los Lectores

Nuestros derechos

Leí el artículo del señor Pagni sobre el convenio con China que finalmente se votó en el Senado, y confieso que me quedé perplejo. A libro cerrado, sin intervención alguna de la oposición, autoexcluida, y sin conocer el pueblo de qué se trata, se aprobará, solamente con el voto oficialista, un convenio que puede entregar parte de nuestro territorio soberano a una potencia extranjera. Este hecho, de por sí gravísimo, me lleva a reflexionar sobre qué es ser patriota en la Argentina. ¿Es esto que hace la administración actual? No lo creo. ¿Es un pueblo que tolera lo que sea con tal de no ser molestado? Probablemente. ¿Son instituciones democráticas que no funcionan como tales? Seguramente.

Los argentinos de bien, los que hemos hecho por el país mucho más que hablar, debemos exigir que se nos rindan cuentas, de acuerdo con lo que dicta la Constitución. Si los funcionarios que nos representan se niegan a rendirlas, deberán ser castigados de acuerdo con esa misma Constitución. Si los representantes de la oposición no cumplen sus funciones, deberán responder también.

Entendamos de una vez que debemos como argentinos respetar la Constitución y hacer valer nuestros derechos, así como cumplir nuestras obligaciones. Definitivamente no es ser vasallos de un grupo de iluminados que se creen todopoderosos.

Dr. C. Gustavo D'Agostino

DNI 12.379.963

Dignidad hipotecada

Días atrás, mientras esperaba para pagar en la fila de caja del supermercado, vi junto a la puerta del local a un adolescente que pedía limosna, con una niña dormida en sus brazos, con evidentes signos de desnutrición y de haber sido inducida al sueño. Al salir, me acerque a hablarle. Él trataba sin suerte de despertar a su hermana, de unos siete años, al sentirse acosado por mis preguntas. Una de sus respuestas fue que su madre también pedía en la calle porque eran muchos hermanos. Me pregunté qué debía y qué podía hacer, y cuál sería el organismo encargado de proteger a los chicos que a diario vemos en la misma situación junto a adultos o jóvenes que deberían estar estudiando o trabajando, o ambas cosas. ¿Existe? ¿Cuál es? ¿Cuál es la expectativa de vida de esos chicos vilmente utilizados ante la indiferencia de un Estado ausente?

Esta escena sucedió en el centro de la ciudad de Buenos Aires, y es una más entre las tantas similares que ya son parte del paisaje urbano. Me queda la duda si en esta década ganada no se habrá hipotecado la dignidad del sector más vulnerable de...

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