Cartas de los Lectores

Hotesur

Premura

Cuando el Gobierno irrumpió con inusitada celeridad, digamos a los empujones, como suele impulsar los proyectos de ley que envía el Poder Ejecutivo (que son los únicos que trata el Congreso) sobre la reforma de los Códigos Civil y Penal, cuando sólo resta un año para la finalización de su mandato, todo el mundo quedó sorprendido y desconcertado. Por qué y para qué semejante apuro.La denuncia que impulsó Margarita Stolbizer respecto de los hoteles que son de propiedad de la familia Kirchner desencadenó en pocos días la respuesta.

La decidida actitud del juez y la desesperada réplica de los ministros en defensa de la Presidenta dejaron al descubierto cuál era la razón de tal premura.

Mariano Aldao

mailto:maldao1966@gmail.com

Igualdad ante la ley

Con respecto al caso Hotesur, me surgen tres interrogantes a los efectos de ver si todos somos iguales ante la ley: 1) Si cualquier otra empresa, de las miles que hay sin sospechas de negocios turbios, no hubiese sido emplazada por la autoridad de aplicación al no presentar los últimos tres balances anuales y los anteriores con serias irregularidades; 2) si a estas empresas se les hubiese cobrado una multa de tan sólo 3000 pesos (hay mayores montos por infracciones de tránsito); 3) si al responsable de Hotesur, por no haber cumplido estos deberes, ya se le comenzó un sumario administrativo.

Horacio Robirosa

DNI 7.608.947

Barra brava

Lamentablemente la situación descripta por Flavio Rizzo en su carta del lunes sobre la cancha de Boca es mucho más compleja de lo que parece. El jueves pasado, luego del superclásico, fui sorprendido por un corte total de tránsito en la avenida Martín García y su intersección con la avenida Almirante Brown. Pasaron los minutos y, al no haber señalización previa ni motivo aparente para dicho corte, me bajé para preguntar al oficial, quien se identificó como Juan Pablo Triay, qué era lo que impedía la normal circulación. Enorme fue mi sorpresa cuando me dijo que debíamos esperar hasta que pasaran los barras. Intenté explicarle lo ridículo de dicha disposición, a lo que el oficial contestó : "Si no te gusta, no vengas a la cancha". Volví al auto más desilusionado que enojado, deseando tener suerte y que estos privilegiados espectadores pasaran pronto para poder seguir viaje.

Unos 20 minutos después comenzamos a oír varias bombas de estruendo y vimos unos 25 desvencijados colectivos pasar desbordando de hinchas y violando cuanta norma de tránsito fuera posible...

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