Cartas de los lectores

carta de la semanaBUITRES Y CARANCHOSCon el fín de que podamos comprender el comportamiento de las aves rapaces que arrasan nuestro país, los buitres y los caranchos, va una breve descripción.El buitre es un ave carroñera de gran porte, muy hábil y fuerte, defendida por ecologistas del primer mundo comandados por el juez Griesa. En cambio, el carancho jubilado, que tiene su hábitat solamente en nuestro país y que fue descubierto por nuestra Presidenta, se encuentra en vías de extinción.Mientras el buitre está sumamente protegido, el pobre carancho jubilado apenas puede sobrevivir al hambre, y cuando intenta alimentarse por la mano de algún juez piadoso, inmediatamente desde la Anses lo ahuyentan con una recusación.Dios se apiade del pobre carancho jubilado.Eduardo Héctor Penamailto:e.pena@live.com.arHIPOTECADOSMi padre nació en 1910. Fue el mayor de trece hermanos de una modesta familia de Bahía Blanca. Por necesidades de la época sólo fue a la escuela primaria hasta cuarto grado. Junto con mi madre, con gran esfuerzo, levantaron la casa en la que yo, su único hijo, vivo hoy con mi familia. Entre las cosas que me enseñó hubo una que me repetía en cada ocasión que se le presentaba y que, con admirable constancia, consiguió que "entrara" en mi cabeza. Me decía: "Nunca hipoteques la casa". Hoy, al ver la apremiante situación económica a la que nos han llevado quienes han gobernado y gobiernan la casa de todos, nuestra Argentina, recuerdo a mi padre y digo: cuánto más sabía él de economía y qué responsable era, con solo cuarto grado primario aprobado, que muchos de los académicos que al fin y al cabo hipotecaron nuestra querida patria.Ángel Oscar ValergaDNI 5.606.123UNIDOSHay un país expectante por once jugadores que salen a la cancha por los 40 millones que somos. Es un país que se detiene para encender la televisión y reunirse en familia, compartir. En ese momento todos "pateamos" para el mismo arco. No existen clubes, ni ideologías, no existe sexo ni color, pero sí un solo sentimiento. Ese solo sentimiento hace que 200.000 argentinos dejen todo para estar ahí. Me tocó estar en Porto Alegre, pero lejos estaba de parecerse una ciudad brasileña. La urbe se tiñó de celeste y blanco. Más que fiesta fue una locura. Qué decir del himno. Esas estrofas nos ponen la piel de gallina, no se cantan, se sienten. Unen y fusionan argentinos de las 24 provincias con muchas o pocas diferencias. Nos abrazamos todos. Gritamos, festejamos. Alegría compartida en estado puro...

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