Carta de lectores

Seguridad jurídica

Ésta es una carta de mi autoría que publicó la nacion el 7 de febrero de 2003. Creí oportuno reenviarla para que los lectores saquen sus propias conclusiones sobre la vigencia de lo que allí se afirma:

"La inseguridad jurídica (o falta de previsibilidad en las conductas individuales y sociales) es proverbial en la Argentina. Los ahorristas despojados de sus fondos por el Estado, como también los acreedores internos y externos de la fenomenal deuda pública y privada argentina pueden dar fe de esa conducta «imprevisible» que -para nuestra desgracia- disuade a invertir e incluso a soñar en un país en el que la palabra empeñada, lamentablemente, "no es respetada". El restablecimiento de la seguridad jurídica exige restaurar la confianza de los argentinos en la Justicia; último bastión en la defensa de los derechos constitucionales frente a la arbitrariedad. Los candidatos que aspiran a ejercer la primera magistratura del país no definieron con claridad su pensamiento sobre este tema crucial para recuperar la férrea voluntad de progreso individual y social que hizo grande a nuestra patria. Los presidentes y gobernadores argentinos -salvo contadas excepciones- gobiernan como si la Justicia fuera un mero apéndice de sus administraciones transitorias y no una "garantía" constitucional al servicio de los ciudadanos. Los jueces son inamovibles en sus cargos y sus remuneraciones intangibles porque su principal cometido es tutelar los derechos «permanentes» de las personas y los intereses "permanentes" de la Nación, a diferencia de los administradores y legisladores cuya delicada función de gobierno cabalga sobre la indómita coyuntura que no pocas veces los engulle sin misericordia.

Cuando la política partidaria ingresa a la Justicia de cualquier forma, estas garantías constitucionales de la sociedad -la intangibilidad e inamovilidad de sus magistrados- se transmuta en un privilegio al servicio de estos últimos y el derecho subjetivo de las personas a la seguridad jurídica sufre un daño irreparable. En las frágiles democracias latinoamericanas -salvo honrosas excepciones- la práctica política se traduce en un fuerte personalismo que promueve una relación de vasallaje entre el líder carismático -una suerte de "señor feudal" moderno- y sus acólitos, disciplinados feudatarios a su exclusivo servicio.Sugiero reflexionar sobre estas luminiscentes palabras del general José de San Martín que compendian admirablemente el mensaje que anhelo transmitir en esta carta: "Me abstendré de mezclarme jamás en el solemne ejercicio de las funciones judiciales, porque su independencia es la única verdadera...

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