Carta de san Francisco a los gobernantes de los pueblos

Casi al final de su vida, Francisco de Asís escribió una carta abierta a los gobernantes de los pueblos. Más de mil franciscanos, venidos de todo el mundo, reunidos e mediados de octubre en Brasilia intentaron reescribirla. Aporté mi colaboración —prohibida por el obispo local— en estos términos:

A todos los jefes de Estado y portadores de poder de este mundo, yo fray Francisco de Asís, vuestro pequeñuelo y humilde siervo, deseo Paz y Bien.

Os escribo este mensaje con el corazón en la mano y los ojos dirigidos a lo alto en súplica.

Oigo, viniendo de todas partes, dos clamores que suben hasta el cielo. Uno es el grito de la Madre Tierra, terriblemente devastada. El otro es la queja lacerante de millones y millones de hermanas y hermanos nuestros hambrientos, enfermos y excluidos, los seres más amenazados de la creación.

Es el clamor de la injusticia ecológica y de la injusticia social que implora ser escuchado urgentemente.

Mis hermanos y hermanas constituidos en poder: en nombre de aquel que se anunció como el «soberano amante de la vida» (Sabiduría 11,26) os suplico: hagamos una alianza global en pro de la Tierra y de la vida.

Tenemos poco tiempo, y nos falta sabiduría. La rueda del calentamiento global del Planeta está girando y ya no podemos detenerla. Pero podemos disminuir su velocidad e impedir sus efectos catastróficos.

No queremos que nuestra Madre Tierra, para salvar otras vidas amenazadas por nosotros, se vea obligada a excluirnos de su propio cuerpo y de la comunidad de los seres vivos.

Durante demasiado tiempo nos hemos comportado como un Satán, explotando y devastando los ecosistemas, cuando nuestra vocación es ser el Ángel Bueno, el Cuidador y el Guardián de todo lo que existe y vive.

Por eso, mis señoras y mis señores, os aconsejo firmemente que penséis no solamente en el desarrollo sostenible de vuestras regiones, os aconsejo que penséis en el Planeta como un todo, como la única Casa Común que tenemos para vivir, para que siga teniendo vitalidad e integridad y preserve las condiciones para nuestra existencia y para la de toda la comunidad terrenal.

La tecnociencia que ayudó a destruir, puede ayudarnos a rescatar. Y será salvadora si la razón viene acompañada de sensibilidad, de corazón, de...

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