La carrera electoral empezó en los bancos

Un grupo de sindicalistas de la CGT, los de mejor diálogo con el Gobierno, le buscaba el miércoles una explicación al próximo paro. Estaban en territorio enemigo, una de las oficinas del Ministerio de Trabajo, y culpaban a otros compañeros de estar siendo excesivamente permeables a los reclamos de dirigentes más combativos, como por ejemplo Sergio Palazzo, líder de La Bancaria. "Son ustedes los que se dejan correr", los corrigió Jorge Triaca, jefe de la cartera laboral, molesto con los evidentes contrastes entre el año pasado y este que empieza: 200 despidos en la tecnológica Banghó, otros 1000 en el sector textil y 120 entre los ceramistas de la provincia de San Luis (1320 en total, hasta ahora) están empujando a los gremios a una medida de fuerza que en 2016, nada menos que con 120.000 personas en la calle, decidieron evitar. ¿Qué actitud podría tomar entonces Antonio Caló, secretario general de la UOM, ante el convencimiento de metalúrgicos más propensos a la protesta, como Francisco Gutiérrez y Abel Furlán?, se preguntan ahora en el macrismo, desde donde salían esta semana múltiples metáforas: "Caló no puede parar ni un taxi, Furlán y el Barba lo llevan de la nariz".

El Gobierno ha quedado entrampado en un doble conflicto. El más inmediato es económico: la incógnita de qué ocurrirá con el resto de las paritarias si, por ejemplo, se digna a convalidar el acuerdo entre bancos y trabajadores que fue firmado en noviembre por dos de las cámaras empresarias, y que prevé un aumento salarial del 24%. Ese entendimiento es ahora objetado por el Ministerio de Trabajo -se negó a homologarlo-, pero obtuvo hace diez días un fallo favorable de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que ordena cumplirlo. La paritaria de los bancos, la primera del año, es al sector privado lo que la de los docentes al sector público: una negociación salarial testigo que repercute en el resto de las actividades. Lo saben en la Unión Industrial Argentina, donde ya han escuchado el malhumor y las recomendaciones de la Casa Rosada luego del acuerdo bancario.

El embrollo viene en realidad de un descuido o un malentendido. En noviembre, cuando Carlos Melconian -todavía era presidente del Banco Nación, entidad que condujo aquella negociación- preguntó por WhatsApp en el Poder Ejecutivo si estaba bien ese aumento del 24%, recibió como respuesta una aprobación que, semanas después, por razones que no fueron todavía aclaradas, se convirtió en rechazo. Ese desacuerdo...

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